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La cuenta atrás para la elección del Presidente

Jornada de rebajas y estreno en la Junta General

El debutante Nicanor García (C's), la ascendida Coto (FAC) y el regresado Llamazares (IU) dijeron no a los aspirantes

Nicanor García, entre el diputado de IU Gaspar Llamazares y su compañera Diana Sánchez. JULIÁN RUS

Primer día de rebajas y de estrenos. De rebajas porque se replicaba a los tres candidatos que se postulaban a la presidencia. Y de estrenos porque todos llevaban algo nuevo. Nicanor García debutaba como portavoz de Ciudadanos , como partido representado. Cristina Coto, como líder de Foro Asturias tras la marcha de Francisco Álvarez-Cascos. Gaspar Llamazares como regresado de Madrid y portavoz de Izquierda Unida.

Sigue habiendo ambiente de estuche nuevo. La cámara parece más joven y está tan atenta a los apuntes -en papel o en soporte electrónico de teléfonos inteligentes, tablillas u ordenadores portátiles- que daba ambiente de aula universitaria. No hay que descartar que Daniel Ripa (Podemos, el grupo más electrónico) estuviera rematando su tesis doctoral sobre "La influencia de las acciones de responsabilidad social y corporativa en la mejora del bienestar psicosocial y la inclusión social".

Nicanor García salió a presentarse a todos y a todas con tono de redacción y el discurso de la campaña de los 15.000 euros que lo llevó allí con 37.197 votos que agradeció. (El coste electoral no llegó al medio euro el voto, bien). Con voz ronca de capataz, acorde con su aspecto, dijo traer un cambio sensato y constructivo, lejos del populismo y de la demagogia. Vestido de traje azul, corbata a juego y gafa de patilla roja, habló ceñido al folio y con una vieja gramática que no le va bien a la nueva política. Todos esos vocablos que acaban en "on", rimando unos con otros, más las "reformas estructurales", el "nuevo modelo productivo" y la conjugación del verbo "reinventar" hicieron su discurso poco distinguible, dado que "transparencia" ya es palabra común.

Tres detalles personales. Pagó 451 euros hace poco por volar a Madrid, pide perdón por usar expresiones francesas ("deja vu") y no es como los de Podemos de hacer debate y asamblea de cafetería, no, "soy más de chigre y de sidrería". También es buen demócrata partidario de la pluralidad: "cada unu que tome les copes donde quiera".

Aunque no desveló hasta el final la postura de su grupo respecto a los aspirantes y fue dándoles el no de uno en uno, su intervención no tuvo suspense.

Tampoco Cristina Coto recurrió a Hitchcock, pese a que su conjunto blanco completaba su aspecto de protagonista del mago del suspense. Al contrario, despertó a todos con una superproducción de catástrofes, llena de efectos oratorios especiales en un discurso tenso, como escrito por Álvarez-Cascos, pero sin su caminar pausado y pesado, de Godzilla entre edificios, ni su boqueo incendiario. La voz cristalina y la dicción precisa soportaron muy meritoriamente una velocidad de carrera que quisiera Fernando Alonso para su McLaren en una intervención enfadada con el formato impuesto por la junta que sólo le daba 45 minutos de furia, 15 por candidato.

Despachó a Cherines Fernández (PP) reprochándole que lo que echó en falta para Asturias en su postulación podría haberlo conseguido apoyando a Foro en vez de aceptar el rencor de Rajoy y coincidió con Emilio León (Podemos) en el diagnóstico, que ya habían dicho ellos antes, pero sin decir con qué recursos iba a arreglarlo.

A partir de ahí, agarró parlamentariamente por la solapa a Javier Fernández y lo achubascó poniendo soniquete irónico a las citas del discurso presidencial anterior y con vocabulario de calibre grueso como "apoltronado" y fino como "verecundia". Sus últimas palabras fueron "la decadencia de Asturias", el exitoso estribillo de Foro.

Por eso Gaspar Llamazares remansó con su tono profesoral. A su traje azul, que le caía bien, no le hubiera sentado mal alguna traza de tiza mientras explicaba el esperpento y recordaba cuál era el temario del día, porque sus antecesores habían cantado temas ya dados.

El catedrático Llamazares explicó que el electorado eligió un giro hacia lo social con un resultado más plural -"un cambio mestizo de nuevo y viejo"- en el que hay que ser menos portavoces y más políticos. Al no haber habido acuerdo para presentar candidato, lo que se esperaba era un gobierno precario o que siguiera el que está en funciones. Llamó a la responsabilidad en las horas que quedan. No apoyará a ningún candidato pero sí a un bipartido PSOE-Podemos si saben aprovechar "este tren que no volverá a pasar". Era escuchado como el juez serio de los concursos televisivos para cantantes noveles. Dejó tres perlas personales: volvió con ganas de gobernar Asturias, no como diletante. La falta de acuerdo le entristece sin -confesó- ser muy alegre y no se ha vuelto hortera por volver de Madrid llamando a Asturias país. Tuvo el buen gusto de decir todo sin agotar su tiempo.

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