"Sin unión, el campo no tiene futuro". Lo afirma tajante Arturo Gancedo, ganadero y presidente de Cooperativas Agroalimentarias del Principado de Asturias, quien asegura que "el que no está asociado, directamente no existe". Dentro de su organización se integran doce de la veintena de cooperativas agrarias que operan hoy en día en la región. Los responsables de todas ellas coinciden con Gancedo en que la economía social es clave para competir en el mercado nacional e internacional. El ejemplo más claro lo pone Central Lechera Asturiana (Clas), motor de la actividad ganadera en la región, que garantiza a sus más de 7.500 asociados la compra de leche a precios superiores a la media nacional tras el fin de las cuotas. Pero para que esta y otras sociedades agrarias puedan seguir creciendo, los ganaderos reclaman al Gobierno autonómico "más apoyos". En concreto, políticas que fomenten el emprendimiento colectivo.
En los últimos años, las cooperativas asturianas han vivido un fuerte proceso de fusión, pasando de tener unas ochenta empresas en los años noventa a una veintena en la actualidad. Esta tendencia se repite en todas las comunidades autónomas del país, aunque el ritmo de concentración es todavía muy lento en comparación con otros países de Europa. "En Holanda sólo hay dos o tres cooperativas porque esa es la única forma de ser competitivos. Y aquí, en España, vamos caminando poco a poco en esa dirección", explica Gancedo. De hecho, una de las fusiones más destacadas de la región tuvo lugar en 2012 con la creación de Campoastur, resultado de las uniones ganaderas de Gijón, Tineo, Otur, Cangas del Narcea, Posada de Llanes y la agrupación asturiana de cosecheros de manzana de sidra. De esta organización forman parte 2.500 profesionales y alrededor de 4.000 consumidores.
Pese al auge que en la actualidad viven las cooperativas, Arturo Gancedo sostiene que son las "grandes desconocidas" del campo asturiano. Por ello, sus responsables reclaman al Gobierno autonómico "más apoyos". Pero apoyos no sólo económicos, sino sobre todo orientados a impulsar políticas que fomenten el principio del emprendimiento colectivo. "Las subvenciones están bien, pero las cooperativas no podemos depender de ellas. Somos empresas privadas y debemos funcionar como tales", opina Joaquín Vázquez, responsable de "La Cooperativa", antigua asociación de agricultores de Gijón.
En este sentido, Arturo Gancedo aplaude la Ley de Integración Cooperativa, impulsada recientemente por el Gobierno de España. "Es fundamental que el Plan de Desarrollo Rural (PDR) regional -aún por aprobar- refuerce esta ley, porque, a día de hoy, las ayudas que se conceden castigan a los ganaderos que deciden unirse", destaca. La unión de cooperativas que preside también pide al Principado que potencie la incorporación de los jóvenes al medio rural. "Llevamos años luchando. Sabemos que sin relevo no hay futuro. Sin embargo, desde el Gobierno no hay una apuesta decidida. Y lo que no puede suceder es que entre 2009 y 2013 no se hubiese concedido ni una sola subvención", critica. Gancedo sostiene que en ello juega un papel fundamental la integración de explotaciones. "Es una forma de hacer atractivo el campo a los chavales al mismo tiempo que conseguimos aumentar las producciones y hacernos un hueco importante en el sector", agrega.
Pero nada de ello es posible si antes no hay formación, una de las grandes apuestas de las cooperativas del Principado. El director técnico de Campoastur, Javier Fernández, insiste en que el ganadero y el agricultor de hoy ya no son sólo eso, sino que además son gestores. "Para dirigir una explotación hay que ser una persona altamente cualificada", manifiesta. A lo que rápidamente añade: "Hay que dignificar la labor del campo". De esa formación se ocupan de forma amplia todas las organizaciones locales mediante el desarrollo de cursos sobre marketing, nuevas tecnologías, gestión y comercialización de productos. "Ahora un agricultor ya no sólo se dedica a catar las vacas; también tiene que saber utilizar las redes sociales para vender sus productos o tener conocimientos de economía para hacer que su explotación resulte rentable", expresa Gancedo.
Todo ello demuestra que las cooperativas son determinantes para el crecimiento del sector agrario en la comunidad. Prueba de ello es que algunas de estas estructuras empresariales continúan al pie del cañón después de más de cien años de actividad. Es el caso de los agricultores de Gijón y de la cooperativa de carniceros, fundadas en 1906 y 1907 respectivamente. Sus responsables aseguran que el secreto para perdurar en el tiempo es "adaptarse a los tiempos y modernizarse". De hecho, ambas entidades ofrecen todo tipo de servicios a sus socios: desde consultas veterinarias y préstamos de maquinaria agrícola hasta sustituciones de profesionales en las granjas.
No obstante, poner en marcha estas actividades no siempre es tarea fácil. Y menos en estos momentos. El sector ganadero se enfrenta a un futuro incierto: las cuotas lácteas han desaparecido y las ayudas europeas ya no dependen de la producción, sino de la superficie declarada. Este nuevo panorama irrita a los campesinos, que reclaman al Principado medidas urgentes para el aprovechamiento de los montes -representan el 43 por ciento de la superficie regional-. "Con la puesta en marcha de la Política Agraria Común (PAC), Asturias es una de las comunidades más perjudicadas; necesitamos hectáreas", solicitan. Sin embargo, a este problema hay que sumar otro más, que es la concentración parcelaria. "A consecuencia de ello, las producciones son pequeñas y por tanto no pueden llegar a los mercados internacionales", sentencia Fernando García, presidente de Principado Berries, la cooperativa de los frutos rojos.
