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Radares fuera de sitio

Los dispositivos con más multas regulan tramos "conflictivos" de la "Y" pero los usuarios los echan de menos en las vías secundarias, las de más accidentes

Radares fuera de sitio RICARDO SOLÍS

No están donde están por azar, vigilan tramos de carretera complejos y además tienen señales y paneles que advierten de su presencia, pero hablando de radares y de multas por exceso de velocidad siempre hay abundante margen para la discordia. Hablando de los cinemómetros que imponen más sanciones en las carreteras asturianas, de los tres "campeones" de la multa ubicados en tres tramos conflictivos de la autopista "Y", especialistas en seguridad vial y usuarios habituales admiten que hay una razón para que los tres inspeccionen velocidades precisamente ahí, en Serín, Paredes y Tremañes, pero aderezan el argumento con unas cuantas salvedades. De los razonamientos emerge sobre todo la paradoja recurrente de que ocho de cada diez muertos en la carretera perezcan en calzadas de un solo carril en cada sentido y que en éstas Asturias tiene en total solamente tres dispositivos fijos de control de velocidad.

Los radares asturianos más activos están mayoritariamente en autopistas y autovías, según Tráfico porque técnicamente no es posible llevarlos a todas partes, también porque así se ha conseguido reducir la mortalidad en las vías de alta capacidad. Al decir de Juan Carlos Fernández-Castronuño, abogado especializado en asuntos de circulación, los controles hacen falta en autovía, pero "pensando mal, allí también el número de coches potencialmente sancionable es mayor. En las carreteras convencionales, que tienen menos tráfico, no hay radares".

Aunque tal vez no estén todos los que deben ser, va por delante la sensación de que la localización de los tres grandes sancionadores de las carreteras asturianas, todos en la "Y", tiene al menos una justificación operativa. Todos vigilan un cruce, una incorporación, un trayecto complejo donde se hace imprescindible, en la voz del asturiano Raimundo García Cuesta, presidente de la Asociación Española de Accidentología Vial, "conseguir que la velocidad sea constante, que no haya desequilibrios y se eviten accidentes de forma genérica, no puntual".

En un viaje por la "Y" a la búsqueda de los líderes de la multa por exceso de velocidad, se ve que los tres primeros cumplen, a su juicio, esa condición básica de seguridad. Gana en sanciones el radar de Serín, el cinemómetro que más multas impuso en 2014, una media de quince al día. Espera a los automovilistas en dirección a Gijón, justo antes de la bifurcación hacia Avilés y en un tramo limitado a 120 donde el tráfico se distribuye y pide una regulación. El de Paredes (Siero), casi nueve conductores "cazados" a la jornada, controla velocidades en dirección a Oviedo, entre la incorporación de los que vienen de Lugones y la salida de la autovía a Santander, y en Tremañes, en el ramal de entrada a Gijón, donde el radar da de media cuatro disgustos al día, la peculiaridad es que el cajón del dispositivo está ya en zona urbana, justo detrás de una señal que conmina a reducir la velocidad a 80 para entrar en la ciudad por la gran rotonda que da acceso a la avenida de Portugal. "El control de la velocidad es esencial para que no haya accidentes", apunta García Cuesta, "nada hay que objetar a la ubicación de estos radares", instalados como están con "criterios funcionales para mantener la velocidad sobre todo en tramos donde se pueden efectuar maniobras complicadas o existe alguna circunstancia que, desde el punto de vista operativo, hace necesario conservar esa velocidad". García Cuesta detecta al final del argumento "una justificación lógica" que se atreve a imaginar que "la siniestralidad se dispararía si se retiraran esos radares".

La autopista"Y", en su nivel de autopista "muy saturada", necesita controles. Cuestión bien distinta es la diferencia entre los diez cinemómetros que ha de atravesar un conductor en un trayecto de ida y vuelta entre Oviedo y Gijón y los tres que se reparten entre todas las vías secundarias de Asturias: dos en la Variante de Avilés y uno en el Corredor del Narcea, a la altura de Quinzanas (Pravia).

En opinión de Raimundo García Cuesta, no obstante, en la alta siniestralidad de las carreteras convencionales "no todo se arregla con radares. Habría que estudiar exactamente qué características y factores confluyen en cada uno de esos puntos negros y estudiarlos caso por caso, porque igual se puede arreglar con otro tipo de medidas", afirma, "según el sitio con el replanteamiento de un cruce, poniendo una intersección en lugar de una glorieta? Hay muchas opciones".

Radar rima con enfadar y con recaudar. Ovidio de la Roza, presidente de Asetra, la patronal asturiana del transporte por carretera, detecta en un recorrido virtual por la región "muchos puntos negros sin ningún tipo de radar". Sin ignorar que "son imprescindibles, porque el exceso de velocidad es un elemento evidente de peligrosidad", ni dejar de lado que los más activos de la "Y" "están todos preavisados", De la Roza ve el procedimiento de control "manifiestamente mejorable". No le parece que sean esos tres puntos "precisamente los más conflictivos de la autopista" e invita a replantear el modelo de vigilancia. "Está mal enfocado", apunta. "No debería limitarse a restringir la velocidad en un punto determinado, habría que considerar que ese lugar no es igual de día que de noche, con niebla o sin ella. Los radares tienen muchas veces más componentes recaudatorios que de persecución de la seguridad, aunque sin duda contribuyen a garantizarla".

De la Roza coincide con Fernández-Castronuño en la sensación de que "los puntos negros en vías convencionales no están convenientemente vigilados". El abogado añade su visión de la "contradicción aparente" entre la concentración de la siniestralidad en las carreteras secundarias y la de los radares en autopistas y autovías. "Podría entender" que en los tres tramos con más sanciones hacen falta radares por necesidades de seguridad vial y acepta como atenuante que están señalizados, pero en este punto invoca el ejemplo de las carreteras holandesas: "Allí los radares están pintados con franjas amarillas y negras. Además de estar señalizados se ven por lo menos desde 500 metros".

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