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Una receta que revivió en los años setenta de la mano del hostelero Fernando Martín

Los orígenes del cachopo son un tanto inciertos. Aun así, Nacho Gancedo, de la Guía del Cachopo, explica que rebozar un filete con jamón y queso no es una tendencia única en Asturias. El cachopo tiene varios primos hermanos: el San Jacobo, el Cordon Bleu y los flamenquines (típicos de Córdoba). A diferencia de todos ellos, el plato regional se cocina a lo grande y en los últimos años ha incorporado nuevas variedades. Profundizando más en su historia, Gancedo indica que al igual que ocurrió con la fabada, el cachopo se elaboraba de forma casera en multitud de hogares asturianos al tratar de aprovechar los ingredientes de los que disponían.

En los años setenta, detalla Gancedo, un joven cocinero se hizo con las riendas de un restaurante familiar en Oviedo. Se llamaba Fernando Martín -falleció a principios de 2012- y dirigía los fogones de la sidrería "Pelayo". Se cree que Martín fue el que recuperó este plato tan asturiano, que había visto hacer tantas veces a su abuela Hemerina. El cachopo que hacía, con ayuda de la cocinera Olvido Fernández, pesaba un kilo y medio, estaba relleno de un fino frixuelo, jamón serrano, jamón de york, queso y espárragos, y se servía acompañado de una salsa de caldo de pollo y conejo. "Dicen quienes probaron aquella vianda, que el sabor era espectacular", cuenta Nacho Gancedo. A partir de ahí, el cachopo -significa: capaz de albergar algo en su interior- se convirtió en un plato típico asturiano.

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