La muerte del león "Cecil", el símbolo protegido de la fauna de Zimbabue, a manos de un dentista norteamericano ha dado la vuelta al mundo. Las redes sociales estallan al hablar de cómo Walter James Palmer pagó 50.000 euros por abatir con flechas al rey de la selva africana. El animal, que fue despellejado y decapitado, agonizó durante 40 horas a las fueras del parque natural de Hwange, donde las cacerías están prohibidas. Este dramático caso ha puesto en el punto de mira en el mundo de la caza. Los numerosos aficionados a esta práctica en Asturias repudian el asesinato de Cecil y aseguran ser "los mayores defensores de la naturaleza". "Hay millones de cazadores en el mundo y delincuentes los hay en todos los ámbitos. Pero ese no es motivo para castigar al sector", afirma el presidente de la Federación de caza del Principado de Asturias, Valentín Morán, quien reconoce que el caso "ha generado una visión negativa de la caza".

Los cazadores asturianos niegan ser unos "escopeteros", como así definen a esos "cazadores sanguinarios", que, como el dentista estadounidense "sólo piensan en matar animales". "Nosotros entendemos la caza como un deporte. Para mí es más importante reunirse con los amigos, llevar a los perros y comer un bocadillo en el monte que abatir un jabalí", sostiene José Luis López, presidente de la sociedad San Isidro, en Villanueva de Oscos. Lo mismo opina Fernando Elías, responsable del club deportivo Carrión de Villaviciosa: "Me gusta más la montería que estar ahí como tirador. El fin último no es matar, al contrario, matamos menos animales de los que la Administración nos autoriza".

A José Manuel Martínez, presidente de la cuadrilla "Molleda" de El Franco, el caso de Cecil le afecta de forma especial. "Ahora parece que somos todos unos delincuentes cuando no es así. Aparte de cazador, soy ganadero, y aunque el jabalí me estropea las plantaciones de maíz, si pudiese darle vida después de matarlo, lo haría". Y es que los cazadores asturianos consideran que su función es fundamental. "Nosotros nos encargamos de controlar las poblaciones y de evitar que determinadas especies provoquen daños a agricultores y ganaderos", destaca José Bernardo Álvarez, presidente del coto de Colunga. Insisten además que siempre procuran abatir los ejemplares más viejos y que padezcan algún tipo de enfermedad para hacer el menor daño posible.

José Vigil, de la Asociación de Empresas cinegéticas del Principado de Asturias (Asocipas) ahonda en esta idea. "La única forma de evitar que una epidemia se extienda por toda la población es interviniendo el hombre", sostiene. Vigil pone como ejemplo la cantidad de rebecos que hay con sarna en los Picos. "La solución sería que el Parque Nacional permitiese abatir un número determinado de ejemplares y eso aportaría dinero al entorno", señala. Vigil va más allá y sostiene que se podría permitir el acceso de turistas, de forma que se reactivase la economía en los pueblos de montaña, hoy muchos al borde de la desaparición. "No hay que olvidar que la caza es un recurso económico muy importante tanto para la hostelería como para las empresas de armería".

Los defensores de animales refutan estas afirmaciones. Elena López, de la Asociación Nacional Animales con Derechos y Libertad (Anadel), opina que en Asturias "no hay un control de la caza". "¿Cómo pueden decir que son los mayores defensores de la naturaleza si están matando animales?", se pregunta. Y añade: "La naturaleza se regula por sí misma, no hace falta que el ser humano intervenga". Con respecto a la muerte de "Cecil", opina que es una "aberración" y asegura que no es un caso aislado. "En Sudáfrica es frecuente criar a leones en cautividad y soltarlos por fincas cerradas para matarlos. Eso es caza enlatada y desgraciadamente también la hay en España".

Carlos Lastra, biólogo de la Universidad de Oviedo y portavoz de la Asociación Amigos de la Naturaleza (ANA), es menos crítico y confiesa que su colectivo no está en contra de la caza. Eso sí, matiza que apoya la caza que contribuye a controlar la población de ciertas especies cinegéticas y no la que consiste en "matar elefantes y leones por diversión". Lastra cree que hay que definir bien el concepto caza: "No es un deporte cualquiera, sino uno que consiste en perseguir y matar animales". A su juicio, eso cada vez gusta menos a la población. "La sensibilidad social se está haciendo fuerte y ya no se ve la caza como una actividad histórica. La gente se empieza a hacer preguntas sobre si es buena o mala, y más a raíz de casos como el de Cecil". El biólogo considera que Walt Disney, con personajes como los de "El Rey León" -n trasunto de "Cecil"- también ha contribuido a potenciar esta imagen. "Muchos cazadores dicen que la compañía de dibujos animados hizo mucho daño a la caza, pero a mí personalmente me parece bastante impresentable que se mate a un león y encima causándole sufrimiento", remata.