Manuel del Dago, el millonario que pasó 10 días en la prisión de Soto del Real (Madrid) por hacer obras ilegales en una cuadra de su propiedad en el parque de los Picos de Europa, ha visto rebajada a la mitad la multa que sustituye la pena de seis meses de prisión a la que había sido condenado. Ahora, queda fijada en 200 euros diarios durante un año (72.000 euros en total).

El auto de la Audiencia Provincial ratifica todos los aspectos ya sentenciados, pero estima parcialmente el recurso presentado por Manuel del Dago, reduciendo la multa a la mitad y declarando de oficio las costas judiciales.

El caso de Manuel del Dago alcanzó mucha notoriedad porque se trata de un hombre de 88 años que nació en Coraín (concejo de Cangas de Onís), fue pastor durante diez años en la cabaña de Covaraña, en el parque nacional de los Picos de Europa, donde vivió en la extrema pobreza, emigró a Cuba y hoy tiene intereses económicos en puertos, barcos y astilleros de los Estados Unidos, Colombia, Venezuela y España.

Los de España incluyen inversiones en la Naval de Sestao, donde hace barcos y dragas de acero, varias propiedades en Coraín, apartamentos en Oviedo y acciones. En Colombia ha sido reconocido con varias condecoraciones. Reside entre Barranquilla (Colombia) y Miami (Florida, Estados Unidos).

En uno de sus viajes a España, el pasado 17 de febrero, fue detenido, estuvo encarcelado durante 10 días y le retiraron el pasaporte. Dice que siempre recibió buen trato de los distintos funcionarios, perplejos por el proceso judicial a un hombre con buen aspecto pero de 88 años y enfermo de diabetes.

En una larga entrevista a LA NUEVA ESPAÑA, ya en libertad, en su casa de Coraín, Del Dago aceptó su responsabilidad -"soy el responsable de los errores aunque no los haya cometido yo"-, pagó 144.000 euros de multa (ahora rebajados a la mitad) y dejó depositados en el Juzgado 58.900 euros para que el parque de los Picos de Europa haga la obra de restauración de acuerdo con la ley y las exigencias.

Las obras aumentaron el volumen de las dos cuadras de Covaraña donde guardaba el ganado en su juventud, le dieron una habitabilidad no infrecuente en cincuenta de las noventa cabañas del parque nacional que han sido rehabilitadas y contaron con parte de los permisos necesarios, pero no atendió a varias modificaciones, y eso dio lugar a unas relaciones entre el empresario y los responsables del parque envenenadas y un proceso judicial que empezó en 2010 que tampoco atendió debidamente.

Del Dago responsabilizó de la parte que admite como errores suyos a un sobrino al que tenía encargado del asunto, ya que él pasa la mayor parte del tiempo fuera de Asturias. La cárcel le pareció una mancha que le preocupaba por sus tres hijos, pero la sobrellevó con serenidad porque a lo largo de su vida ha manejado situaciones como los secuestros en Colombia de su hermano Javier y de su gerente en Maderas Uraba, Celestino García, natural de Mallecina (Salas), tener terrenos disputados por la guerrilla y los paramilitares en Colombia y embarcar de incógnito a agentes de la DEA que luchan contra el narcotráfico o sacar de prisiones centroamericanas a tripulaciones enteras.