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La investigación en la Universidad

Los costes "casi imposibles" de proteger la patente en el extranjero

Los costes "casi imposibles" de proteger la patente en el extranjero

Lombó ha logrado dar aplicabilidad a dos de sus patentes anteriores, una con la asturiana Entrechem y otra con dos empresas también de la región, Alce Calidad y la más conocida Industrias Lácteas Asturianas.

Francisco Ortega lamenta que la realización de patentes "está muy poco reconocida por la Universidad y por la Aneca", la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación. "En realidad, la única motivación que nos mueve es exclusivamente la satisfacción de ver cómo el trabajo realizado es útil y aplicable". Dos de sus patentes tienen que ver con la seguridad vial, protecciones en cascos de tipo abierto.

La inmensa mayoría de las patentes tramitadas por la Universidad de Oviedo solicitan la protección nacional. Los responsables de la idea tienen doce meses para decidir si extienden esa protección a otros países. Cada país tiene unas tarifas de protección distintas. "Proteger la patente en todo el mundo tiene unos costes casi imposibles", señala Ortega. Para empezar, hay que poner sobre la mesa diez mil euros. Después, prorrogar anualmente esa protección, ya con cantidades más asequibles.

El primer interlocutor de los investigadores asturianos de la Universidad es la oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI), que es el organismo que analiza los requisitos de patentabilidad. "Preparamos una memoria de solicitud, vemos cuáles pueden ser los inconvenientes y, en casos complejos, recurrimos a un agente de propiedad industrial", explica Ana Valdés.

Es la OTRI asturiana la que envía los papeles a la Oficina española de Patentes y Marcas. Y ahí la Universidad deja de ser dueña de sus tiempos. "La inmensa mayoría de nuestras solicitudes acaban en concesión de patentes, pero los plazos pueden ir desde el año y medio a los tres años".

En el momento de la solicitud la idea está protegida en todo el mundo durante un año. A partir de ahí la protección se mantiene en España durante veinte años.

Las patentes asturianas tienen que ver con lo biosanitario y químico, y con la ingeniería en la mayoría de los casos. Campus de El Cristo en Oviedo y campus de Viesques en Gijón. Los ingenieros asumen que "lo bío tiene mucha visibilidad". Todos coinciden en que ninguna patente asturiana con nido universitario ha hecho millonarios a sus promotores, pero ejemplos como Dropsens, de Pablo Fanjul, o la ya citada Entrechem, de Francisco Morís, sirven para recordar que patentes surgidas de la investigación universitaria abren campo empresarial y generan trabajo de calidad, de los que fijan talento en la región.

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