Si alguien pensaba que la de ayer iba a ser una mañana más en la playa colunguesa de La Isla, estaba muy equivocado. Una nutria que accedió al arenal a través del río se pasó la mañana escurriéndose entre los bañistas, huyendo de los más pequeños, y convirtiéndose en el centro absoluto de atención.

El mamífero fue rescatado sobre las cuatro de la tarde por voluntarios de Cepesma (Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas), que lo trasladaron a la sede que el organismo tiene en Luarca. Allí un veterinario comprobará que, como se sospecha por su aspecto inicial, el animal no sufrió daño alguno en su peripecia por la playa.

El aviso lo dio el 112, pero mucho antes los usuarios del arenal colungués ya habían advertido la presencia de la nutria. Otros, sin embargo, no se percataron de su compañero de playa hasta que vieron llegar a los efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Local, a los que se sumaron los voluntarios de Cepesma.

"Fue al final de la playa, estaba metida en una cueva", relató el madrileño Víctor Cerra, a quien un agente de la Policía colunguesa explicó lo que sucedía. Alrededor del mamífero se generó una gran expectación, sobre todo de niños pequeños, que como los hijos de Cerra aprovecharon para presenciar el rescate lo más cerca que pudieron.

Con todo, las autoridades establecieron una especie de perímetro de seguridad, pues se trata de un animal muy escurridizo y que, si se ve amenazado, no dudará en morder a quien se interponga en su camino. Fue lo que le sucedió a Alberto Estrada, uno de los voluntarios de la coordinadora. Por suerte el incidente quedó en un rasguño, pero tanto él como Carlos Solares (de Fauna Urbana) como Julio Fernández (del centro de interpretación Sierra del Sueve) incidieron a posteriori en la importancia de tener precaución con este tipo de mamíferos.

Los tres tuvieron que cavar para sacar a la nutria de la guarida en la que se había escondido, a buen seguro del número cada vez mayor de bañistas que la perseguían. "Por suerte no tenía otro agujero por el que salir de esta madriguera, porque nos habríamos pasado horas cavando", explicó Fernández, también voluntario del Cepesma, al igual que el centro que dirige.

El gijonés Marcelino Morán y su nieto Nicolás McAmmond también presenciaron el rescate con gran interés. Como a los madrileños, a estos usuarios de La Isla lo primero que les llamó la atención fue la presencia de las fuerzas del orden en el arenal. "Se armó un gran revuelo en toda la playa y fuimos a ver cómo la rescataban", relató Morán antes de describir la "zona de seguridad" que se estableció para que ninguna otra persona corriera el riesgo de Alberto Estrada y tuviera, además de fotos, una mordedura que enseñar.