Había razones, o eso parecía, para tirar voladores al cielo, entonar cánticos de alegría y tañer las campanas de la iglesia. Sin embargo, la homilía del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, sirvió para sacudir conciencias en el Día de la Santina y dar voz a "sucesos que prohiben la sonrisa". El prelado asturiano criticó en Covadonga que "en Siria, Afganistán, Nigeria y Libia, los fanáticos extremistas estén matando, secuestrando y expulsando a cristianos de sus tierras sin que nadie de Occidente llore y lo denuncie". En este sentido, Sanz Montes pidió "coordinación" para ofrecer un servicio de acogida "útil y eficaz" a los refugiados. "No se trata sólo de prestarles un techo donde cobijarse, también hay que atender su salud, su alimentación y su educación", señaló. Para este fin, el Arzobispo anunció que el edificio del Seminario y las parroquias "tienen las puertas abiertas".

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Las palabras del Arzobispo fueron seguidas por una marea de fieles que abarrotó la basílica de Covadonga y la explanada durante más de hora y media. Una pantalla y varios altavoces posibilitaron seguir su homilía desde todos los puntos del santuario. Al acto asistieron el Presidente del Principado, Javier Fernández, el delegado del Gobierno en Asturias, Gabino de Lorenzo, el presidente de la Junta General, Pedro Sanjurjo, y el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, entre una veintena más de autoridades. Jesús Sanz Montes, que centró gran parte de su intervención en el problema de los refugiados sirios, comenzó su homilía cargando contra el aborto. Para abordar este tema, utilizó la historia del Marco, un bebé al que su madre tiró a un contenedor con tan sólo quince días de vida en la localidad madrileña de Mejorada del Campo. "La joven mujer respetó el nacimiento del pequeño. No lo destrozó en su vientre ni succionaron sus trozos con una aspiradora, pero luego vino lo peor: tirarlo a la basura. Eso es un aborto posparto", manifestó. Por suerte, el final fue feliz y Marco fue rescatado gracias a su llanto. "Triunfó la vida más vulnerable y fácil de censurar: la de un niño", indicó para seguir con su reflexión. "Ojalá ese llanto lo pudieran escuchar las madres en trance de abortar, los padres cómplices e irresponsables que las dejan en soledad y los parlamentos que legislan contra la vida", remató.

Tras estas palabras, el máximo representante de la Iglesia asturiana puso la mirada en otra trágica historia, la de Aylan Kurdi, el pequeño de tres años que apareció muerto en la playa turca de Bodrum y cuya foto conmocionó al mundo entero. "Esta imagen viene a sumarse al álbum de los errores y los horrores que coleccionamos los humanos cuando perdemos la entraña", lamentó. A juicio del Arzobispo, esta instantánea, debe "despertar de golpe a aquellos que duermen plácidamente ante la tragedia de los refugiados". En este contexto, Sanz Montes ofreció a las autoridades regionales y locales su máxima colaboración, ya que entiende que las instituciones deben velar "por el bien común".

El prelado terminó su intervención con un tono más optimista al asegurar que el futuro es esperanzador y pidió a la Santina que "no deje de abrir caminos para poder salir de los atolladeros que nos confinan y adentrarnos en los senderos que nos indican la adecuada y justa meta".

Una vez finalizada la eucaristía, la escolanía de Covadonga, la banda de gaitas de Cangas de Onís, el grupo folclórico de Avilés "Xaréu d' Ochobre" y las autoridades políticas y religiosas partieron en procesión con la Virgen auxiliar a hombros entre flashes de cámaras. La devoción era desmedida. Mientras, en la santa cueva, la verdadera imagen de Covadonga aguardaba la llegada de sus fieles rodeada de flores. Ante ella, Jesús San Montes volvió a tomar la palabra: "Te pedimos que nos bendigas a todos y que nos ayudes a conservar esta tierra tan bella que tenemos, sin arrugas. También te regamos trabajo y dignidad, y que guíes a los que lloran, para que sepan en qué hombro se pueden apoyar".

El Arzobispo estuvo acompañado en todo momento por el Obispo auxiliar, Juan Antonio Menéndez, el abad de Covadonga, Juan José Tuñón y por el vicario general, Jorge Juan Fernández. La Santina recibió durante todo el día en la santa cueva a miles de visitantes, sobre todo, avilesinos.