Una vez que dominó el castellano con fluidez, Tarik Voloder comenzó a trabajar como intérprete para los soldados españoles destacados en los Balcanes. En julio de 2000 LA NUEVA ESPAÑA daba cuenta de su trabajo en Skopje (Macedonia), donde se encontraba la base logística de la misión multinacional, y confesaba que estaba "muy unido a Asturias" y al Ejército, donde había encontrado una segunda casa. Otros refugiados que llegaron a Asturias al mismo tiempo que Tarik terminaron siendo traductores, como Mirela Skikic, que regresó a su Mostar natal junto a los soldados españoles, para encontrar una ciudad completamente destruida. Hoy vive en Estados Unidos junto a sus hijas.
