El único colegio rural de Gijón, el de Pinzales, inició ayer el curso con buenas perspectivas de crecimiento y con unas obras de mejora que arrancarán la próxima semana. De hecho, son los otros grandes trabajos previstos para los próximos meses, con un importe de 100.000 euros para la mejora de la zona de juegos exterior, una de las grandes demandas de los padres en los últimos tiempos.

El centro ha pasado de estar al borde de la desaparición hace unos años por falta de alumnos a consolidarse como uno de los de más tirón de la ciudad, con una matrícula al alza y familias tan interesadas en su proyecto educativo que hasta se plantean cambiar de residencia con el objetivo de obtener una plaza en el colegio. Este año se han matriculado tres nuevas alumnas en Infantil, y aún está pendiente una cuarta "que si no obtiene plaza su familia está dispuesta a esperar un año más para su escolarización", indica la directora del centro, Verónica Cobián.

En Infantil hay en la actualidad un total de once alumnos, mientras que en Primaria, donde ha sido necesario contar con una nueva unidad, ya suman 17 alumnos. Unas cifras "buenas" que han hecho que el centro cuente este curso con dos profesoras a jornada completa y otros tres a media jornada.

"Estamos satisfechos porque empieza a correrse la voz, los padres están interesados en nuestro programa educativo y cada vez más gente apuesta por dejar a los niños en un entorno cercano", señala Cobián. En el centro se trabaja por proyectos, y en algunas asignaturas se han suprimido los libros de texto. A ello se suma la convivencia de los alumnos de diferentes edades que "resulta enriquecedora para todos", asegura la directora.

De igual manera, el colegio Andolina, formado por una cooperativa de padres y en el que se aplica el principio de la confianza plena en las capacidades del niño para aprender, cuenta con las aulas llenas un año más. Al centro siguen llegando familias interesadas en aplicar un método pedagógico novedoso, con la curiosidad y la investigación como puntales para llegar al conocimiento. El chalé de Cefontes en el que se asienta desde hace cinco años el centro sigue recibiendo estudiantes, procedentes del sistema público y también desde los primeros niveles, para los que ya no quedan plazas. Este año los primeros estudiantes llegarán a sexto curso, con lo que completarán el ciclo de Primaria. Y los resultados, según los padres, son "excelentes".