La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La que se examina es la LOMCE

Con el cambio de ministro y las elecciones generales a la vuelta de la esquina, la ley educativa mantiene la letra pero no tanto su espíritu

Treinta mil estudiantes de la ESO y nueve mil de Bachillerato comenzaron el curso ayer. De ellos, 19.000 tienen por delante un curso LOMCE. La ley está en vigor pero su calendario de implantación no afecta a todos por igual. Tras el estreno en Primaria del curso anterior, la "ley Wert" se juega su futuro en apenas nueve meses. La ley se examina porque los cambios en la ESO tienen mayor calado que en la etapa educativa anterior. Material sensible, cuatro cursos donde se concentra el 80% de las repeticiones de curso y donde se fragua buena parte de los fracasos escolares.

La LOMCE que estrenan los escolares de dos cursos de la ESO (primero y tercero) ya no es la misma que la que han aprobado sus señorías el pasado año. La letra es idéntica, pero parte de su espíritu se marchó a Bruselas junto a José Ignacio Wert y señora. Las evaluaciones externas, sobre todo las de final de etapa que suponen fronteras académicas, están en entredicho. La comunidad educativa espera un gesto del nuevo ministro Méndez de Vigo. No será un gesto audaz.

La teoría de la LOMCE suena bien en algunos aspectos, aunque desde la oposición se incida en su carácter destructivo y segregador. La ley, al menos en teoría, propicia un mayor esfuerzo lectivo en aquellas asignaturas que se entienden como básicas. Ahora las llaman troncales. Matemáticas, Lengua y Literatura e Inglés conforman un triángulo académico entendido como la base del nuevo conocimiento. Es de esperar que tanto foco no deje en la sombra otras materias, que tienen mucho que ver con el pensamiento y la reflexión, con la mirada crítica al mundo que nos toca, al mundo que nos viene.

La Administración educativa asturiana tiene por delante el reto de la calidad. Ya no importan tanto los números en un sistema que se ha vuelto muy estable en sus grandes cifras: profesores, centros, alumnos y hasta presupuesto. Lo cualitativo debe marcar el futuro inmediato.

El programa del bilingüismo, por ejemplo. Funciona desde hace años pero nadie se ha atrevido hasta la fecha a enfrentarlo a una evaluación seria. La palabra bilingüismo se ha banalizado; todo es bilingüe, la nueva imagen de marca de la educación española. Pero el resultado es que generaciones enteras de estudiantes de Bachillerato y FP salen del sistema educativo con poco más del "my taylor is rich".

Para mejorar, Educación cuenta con un arma de potencialidades no suficientemente valoradas: sus profesores. Decenas de centros abordan sus contratos-programa de mejora de la calidad educativa porque los docentes se han involucrado hasta las cejas. Los profesores asturianos no quieren mimos, sino consideración. Y ahí existe amplio margen de mejora.

Compartir el artículo

stats