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CARLOS MONASTERIO | Catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Oviedo

"La secesión empobrecería a toda España, y más a Cataluña"

"Eso de que los catalanes están humillados y olvidados es una gran exageración"

El profesor Carlos Monasterio. RICARDO SOLÍS

Carlos Monasterio, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Oviedo, es uno de los principales especialistas españoles en federalismo fiscal y ha seguido muy cerca el desarrollo del modelo de financiación autonómica, en discusión casi permanente. Sobre su mesa de la Facultad de Economía y Empresa tiene algunos de los materiales que ha utilizado en una investigación sobre "economía de la secesión", un trabajo aún inconcluso con el que pretende ahondar en los vínculos entre el nivel de renta y los movimientos nacionalistas. En esta entrevista, Monasterio responde sobre la cuestión catalana: "Nadie está hablando verdaderamente de las consecuencias de la secesión", asegura.

-¿Está fuera de duda que Cataluña quedaría excluida de la UE si separa de España?

-Si dejas de ser ciudadano español, dejas de pertenecer a la UE. Escindes una parte de España y creas otro país, que está fuera de la Unión y tiene que pedir la adhesión. De eso parece que no existen dudas. Es una cuestión que en Gran Bretaña se enfatizó mucho a propósito del referéndum de Escocia. Se dijo: "Si ustedes se independizan son un tercer país, con fronteras aparte y controles fronterizos, con un pasaporte distinto y todo lo demás?".

-Los principales líderes europeos se han manifestado en ese sentido. ¿Podría cambiar esa posición después del 27-S?

-Como muchas cosas, el marco normativo es una construcción que se puede cambiar, pero no existe ningún incentivo para hacerlo. Muchos países europeos tienen regiones que pueden plantear el mismo problema y no tienen interés alguno en abrir un proceso de este tipo.

-¿Qué pasaría con la moneda?

-Si usted no está en la UE, no está en el área euro; podrá utilizar euros como Andorra, pero el Banco Central Europeo, que durante esta crisis ha dado facilidades de liquidez a las instituciones financieras de la zona euro, no puede ser el prestamista de última instancia de quien queda fuera. Ante el referéndum escocés la cuestión se planteó así: el estado británico dijo "ustedes han manifestado su intención de seguir en la libra y de tener un participación en el Banco de Inglaterra; pues miren no; la libra es nuestra".

-¿Qué otros impactos económicos tendría la secesión?

-Lo primero que conviene enfatizar es que supone un empobrecimiento para Cataluña a corto y medio plazo y seguramente un empobrecimiento para España. Y después, un montón de problemas económicos, porque la gente tendrá que elegir nacionalidad y las empresas, también. Ahí es donde yo creo que los cálculos del gobierno catalán son muy optimistas sobre lo que sería su dividendo fiscal después de la independencia. Hay muchas empresas, sobre todo grandes, las establecidas en toda España, y multinacionales que ahora tienen sede en Cataluña. Me cuesta pensar que el Banco Sabadell, la Caixa o Gas Natural se vayan a quedar como empresas catalanas.

-¿Y los efectos para el comercio exterior?

-Un tercer país está sujeto a la tarifa exterior común de la Unión europea, tendría que crear su propia moneda, su propio banco central, su propia CNMV, su propio regulador de seguros y fondos de pensiones? Todo eso crea problemas, además de otros de los que no se ha hablado. El argumento económico fundamental desde Cataluña es la fórmula popular esa de "España nos roba" o "tengo una balanza fiscal deficitaria". Cualquier persona o región rica tiene una posición deficitaria en un contexto de redistribución. Como Robin Hood, lo que hace la redistribución es quitar a los ricos para dárselo a los pobres. Si eres rico, relativamente respecto a la media de tu país, te quitan más de lo que te dan, y al revés. ¿Cuál es la solución? Mire, un país es una serie de contratos comunes que van unidos unos con otros. Si una parte dice: "Yo como tengo renta alta me salgo del flujo redistributivo y dejamos todo lo demás igual", es muy fácil que la otra pare reaccione diciendo: "Mire, yo la ventaja comercial que tengo en la UE la uso para no dejársela a usted y que no compita conmigo". A parte de los resquemores políticos o de otro tipo. Resulta difícil hablar civilizadamente con alguien cuyo discurso ha sido "España me roba".

-Usted sostiene que el intento catalán de abandonar España se está abordando sin un debate económico serio?

-Este proceso, a diferencia del escocés o del de Canadá, es muy confuso. Son unas elecciones plebiscitarias que no lo son, son autonómicas pero tampoco lo son y nadie está hablando verdaderamente de las consecuencias de la secesión.

-¿De qué no se está hablando?

-Hay temas importantes que afectan a la gente desde el primer día. Por ejemplo, ¿quién le va a pagar la pensión a un señor que ha estado trabajando y cotizando toda la vida en Cataluña y ahora vive en Badajoz? O al revés, ¿quién se la paga al que ha estado toda la vida laboral fuera de Cataluña y ahora vive en Barcelona? A esa gente hay que seguir pagándole tras el 27 de septiembre. ¿A quién pertenece el Fondo de Reserva de las pensiones? ¿El Fondo de Garantía de Depósitos responde o no del dinero de un cliente de la Caixa en caso de una Cataluña escindida y de que existe un problema financiero? ¿Qué parte corresponde a Cataluña de la deuda pública española, que ha sido utilizada para hacer carreteras o el Ave en aquella región? Todo eso hay que escindirlo, es un proceso complejo.

-¿En qué posición quedaría Cataluña en los mercados financieros?

-La deuda autonómica más la porción de la deuda estatal que le fuera atribuida dejaría a Cataluña en una posición de un endeudamiento muy alto. Pero, mire, más que nada, esa decisión, que es dolorosa y económicamente costosa, tiene sentido tomarla como en las parejas. Cuando una pareja se separa normalmente se empobrece. Otra cosa es que uno o los dos cónyuges digan que la convivencia es muy difícil y es mejor separarse. Pero creo que, pese a esos adjetivos que utiliza Mas, eso de que Cataluña está humillada, olvidada y despreciada es una gran exageración. Hay que ponderar cuál es el motivo de la ruptura, porque los costes son muy altos para las dos partes. No sé cuál es la grave imposibilidad que tiene Cataluña para desarrollarse.

-Ha habido una queja permanente sobre la financiación autonómica.

-Este sistema de financiación no sólo ha sido aprobado con el voto a favor de Cataluña, como todos los anteriores por cierto, sino que además ha sido puesto sobre la mesa y diseñado entre el Gobierno de la Generalitat, estando Toni Castells de conseller de Economía, y el Gobierno central, con Pedro Solbes como ministro. No sólo es que haya sido aprobado por Cataluña, sino también propuesto por Cataluña. Ahora puede decir: "Me salió mal y me equivoqué". Pero entonces no se enfade usted con el resto. Vayamos a lo más antiguo: Cataluña tuvo cesión de tributos en 1981 y la ley que lo hizo posible, acordada de modo bilateral entre el Estado y la Generalitat, después se convirtió en la norma para el resto de comunidades de régimen común. Así que otras regiones podrían decir: "Usted me hizo vestirme un traje de descentralización fiscal que no es el mío, es el suyo". En las negociaciones todo el mundo cede algo, pero decir que no ha sido escuchada Cataluña es una exageración.

-Las balanzas fiscales indican que el saldo de Cataluña es desfavorable...

-Lo que nos dicen las balanzas fiscales es que los más ricos, con Madrid y Cataluña a la cabeza, tienen un saldo deficitario y Extremadura, Andalucía o las Castillas lo tienen superavitario. En otras palabras, que los ricos pagan más de lo que reciben y los pobres reciben más de lo que pagan. ¿Se quiere lo contrario? Lo que sale es para dejarnos tranquilos, no nerviosos. En todo caso, si a uno le parece que el Estado redistribuye mucho, puede votar a partidos o hacer propuestas para que redistribuya menos. Siendo sinceros y llamando a las cosas por su nombre, creo que lo que se plantea es otro tipo de veto a la redistribución: "Yo redistribuyo con los míos, que pueden ser mi familia, los de mi pueblo o los de mi país, pero si a usted lo siento ajeno y además lo veo pobre, le digo que con usted no redistribuyo".

-El Gobierno catalán pidió sin éxito negociar el llamado Pacto Fiscal, un modelo de financiación análogo al concierto vasco. ¿Hubiera sido una salida viable?

-Aquí entramos en un tema políticamente espinoso. Puede ser lo más atendible de la reivindicación catalana, pero el concierto es un privilegio dado a una región como el País Vasco que es el cinco o seis por ciento de la población, de modo que es un privilegio que puede parecernos bien o mal, pero es económicamente sostenible. Dar el concierto a Madrid o Cataluña hace crujir todas las costuras de la Hacienda española, no se puede. Si uno quiere ser radical hasta el final podemos decir dos cosas: si creemos que el concierto es bueno, démoslo a todos, lo que creo que es inviable; si creemos que es malo, vamos a abolirlo, y como reza el dicho "átame esa mosca por el rabo". La del Pacto Fiscal es una discusión distinta, pero hay que aclararse: o quiero estar dentro de España y discuto los sistemas de financiación desde dentro de mi casa, hablando con mis hermanos, o rompo como ellos y me voy. Pero si se va, ya no discutimos juntos de los asuntos de familia.

-Se habla a menudo de lo que perdería una Cataluña escindida y menos de lo que perdería España, que también sería mucho...

-El empobrecimiento sería más acusado en Cataluña y menos en el resto, pero existiría en las dos partes. Por eso yo le veo menos sentido a este proceso de secesión-divorcio. En el caso de las parejas, puede haber motivos poderosos que impulsen a la gente a divorciarse. Con todos mis respetos, cuando me levanto por las mañanas, enciendo la luz, me ducho y empiezo a trabajar, pero no sé si me siento más español que asturiano o europeo. Me suena un poco ajena esa hipersensibilidad. Parece algo alimentado artificial o políticamente. Nadie se lo impide: siéntase usted más catalán y menos español o al revés, y haga la vida normal. A mí me preocupa que no funcione la ducha, que no exista transporte público o que no haya buenos colegios para mis hijos, pero sentirme más o menos asturiano o catalán... Me suena un poco a chiste de psicoanalista.

-¿Solucionaría algo una reforma constitucional que desarrollara la condición federal del Estado español?

-Somos igual en casi todo a un país federal, aunque no hemos querido llamarnos así. Pero un país federal necesita organismos de coordinación fuertes que no tenemos. Si los hubiera, este asunto, como en general todo el tema de financiación, en lugar de ser una especie de partido de tenis entre la Generalitat de Cataluña y el Gobierno central, sería un partido de fútbol con la participación de todos.

-Después de las elecciones tocará revisar el sistema de financiación de las comunidades autónomas. Asturias es ahora una de las regiones con saldo favorable. ¿Puede salir perdiendo?

-Asturias está bien en términos de financiación. También hay que decir que Asturias ha tenido comportamientos muy adecuados en un contexto federal. Es una de las regiones que mejor ha contenido el déficit y que tiene un endeudamiento más bajo. Ha establecido impuestos que pagamos los asturianos a un nivel alto y no ha contribuido en absoluto a una mala gobernanza económica. Hay que reconocérselo al Gobierno y a los asturianos en general. ¿Qué pasará en el futuro? Es un juego de fuerzas, pero hay algunos de los problemas de Asturias, como el envejecimiento, que los padecen también muy severamente Castilla y León o Aragón. Más envejecimiento es más gasto sanitario y debería reconocerse. Los problemas de la dispersión de infraestructuras y del transporte escolar y otros también los sufren Asturias o Galicia. Por tanto, podemos tener aliados. Aparte de eso, yo soy un entusiasta del federalismo fiscal, pero a veces hay que refrenarlo. El futuro próspero que todos deseamos para Asturias depende de que los asturianos, las empresas asturianas, el gobierno regional y el central y la política europea sean buenos y nos permitan salir adelante. Si todo lo demás va mal, pretender que el sistema de financiación autonómica nos haga ricos, nos dé empleo y nos mantenga es absurdo.

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