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JUAN HOMBRE | Maestro de kenpo y ninjutsu con más del 80 por ciento de discapacidad

"El deporte es para hacer campeones, las artes marciales para hacer personas"

"Tras el accidente, al ver a Cruyff me dije: si él puede hacer jugar así desde el banquillo, yo también puedo dirigir"

Juan Hombre, en el polideportivo de Pola de Siero. MANUEL NOVAL MORO

El maestro gallego de artes marciales Juan Hombre sufrió un accidente de automóvil en 1987 que le afectó severamente a la movilidad. Tras varios días en coma, parecía condenado a una silla de ruedas. Con empeño consiguió evitar esa silla, si bien todavía tiene una discapacidad de cerca del 80 por ciento. A pesar de ello, su empeño le ha permitido seguir enseñando y se ha convertido en uno de los maestros más prestigiosos de España, tanto por la actitud y preparación que todos sus alumnos demuestran como por sus logros en los distintos campeonatos. Este prestigio se lo ha llevado a Pola de Siero, donde el pasado fin de semana impartió clases de kenpo y ninjutsu a treinta alumnos llegados de todos los rincones de España, a los que también ofreció una charla sobre la cultura ninja, de la que es una autoridad en Occidente. Organizaron el encuentro el Patronato Deportivo Municipal y la asociación Ninpoastur. Juan Hombre se ha. Su deseo es juntar algún día a los cerca de 600 alumnos que tiene en sus escuelas por toda España para darles una clase magistral de varios días. "Espero poder estar aquí dentro de un año con toda esa gente", dice con optimismo.

-¿Cómo reaccionó después del accidente?

-Había estado 17 días en coma. En el primer momento, me dijeron que no podría volver a andar, que me quedaría en una silla de ruedas. Se lo puede imaginar, un artista marcial, que vive del movimiento, empecé a llorar y llorar. Pero en un escaner vieron el cerebro tan asentado que dijeron que no sabían qué decirme, y entonces me puse a trabajar. Al final, pude moverme. Las piernas no me funcionan bien, pero no voy en silla de ruedas.

-¿Fue entonces cuando decidió seguir adelante?

-Yo soy del Barça, y en aquella época Cruyff estaba manejando el Barça, que jugaba muy bien al fútbol. Yo me dije, si un tío desde un banquillo es capaz de hacer jugar así a los jugadores, yo -pensando todavía en la silla de ruedas- también puedo dirigir. Eso me animó, y aunque suene ridículo, gracias a Cruyff, pude hacerlo. Pero no solo fue cosa de Cruyff. Él me dio los ánimos y mi mente y mi mala leche me salvaron. Hay que echarle mucho valor para salir adelante.

-¿Y cómo hace para entrenar con sus limitaciones, en un arte que está tan basado en la emulación?

-Es difícil de explicar. Para entenderlo hay que ir a un entrenamiento y verlo. Lo importante para mi es hacerme comprender, y al final consigo hacerlo. En cualquier caso, yo creo mucho en la energía y en la mente.

-¿Y qué decía la gente al ver un entrenador tan diferente al resto?

-Yo empecé a dar clases en Mombeltrán, en Extremadura, y tuve tanta suerte que los alumnos empezaron a destacar, y entrené a a campeones del mundo y campeones de España. Al principio, la gente me tomaba como un entrenador más, hasta que hubo un campeonato y a la mitad se me presentan cinco o seis jueces y me dicen, "maestro Juan Hombre, hacía mucho tiempo que no lo veíamos, pero usted nos ha demostrado que es usted el número uno, al ver a sus alumnos, nunca hemos visto a nadie tan respetuoso entrando y saliendo del tatami". En ese torneo, los padres empezaron a llorar. Hasta entonces me veían solo como un tío con muletas que enseñaba artes marciales. E iban al campeonato a ver los golpes que nos caían. Desde entonces empezaron a verme como un maestro.

-Parece que usted cree mucho en la disciplina. ¿Está en horas bajas?

-Tendemos a ver la disciplina como algo militar. Claro. Lo primero que hay que decir es que el arte marcial no es un deporte. Un deportista, cuando está cansado, descansa. Un artista marcial no puede descansar cuando está cansado porque su vida puede depender de ese segundo. La disciplina no es imperativa militar. Tú enseñas respeto y educación a un alumno. Una escuela de artes marciales no es para hacer campeones del mundo, es una escuela para formar personas. El deporte es para hacer campeones, el arte marcial, para hacer personas competentes. Por eso, cuando una madre me pregunta por qué he mandado a su hija a barrer el tatami yo le digo que su hija está aprendiendo a ser una persona, y si yo digo que barra el tatami, lo barre. Y ella me dice "yo te pago para que mi hija aprenda a pelear" y yo le contesto "entonces se equivocó de gimnasio". Yo a mis alumnos los enseño a ser personas.

-¿Se corresponde la cultura ninja con la imagen que tenemos de la televisión y el cine?

-No. Occidente lo ve como terrorista, como asesino. Sí, pero no. Podemos imaginarnos una región con cincuenta condados o aldeas y el gobierno los ahoga con la obligación de obligar tantos sacos de arroz e impuestos por año. La gente se rebela contra esta injusticia y como son cuatro de aldea contra los soldados, entonces lo que hacen es formar a guerreros ninja que van enmascarados y salen por la noche. Es una forma de guerrilla. Entonces, en primer lugar, el guerrero ninja defendía la tierra que le daba de comer. Aprendieron técnicas furtivas para que una persona o dos pudieran matar a diez o doce que venían a atacar sus tierras y robarles la comida.

-¿Y qué queda hoy de todo aquello?

-De todo aquello queda una cultura que occidente ha recuperado pero que en muchos casos se hizo con una base falsa y, simplemente, para hacer negocio, para ganar dinero. Un ninja no es un karateka, es un guerrero, que va a la guerra. Pero yo lo de la guerra no lo entiendo. No entiendo que en el siglo XXI haya guerras todavía después de todos los ejemplos que ha habido de que la guerra no ha llevado más que a la destrucción, y que todos, cualquiera de nosotros, nos volvemos malas personas por mucho que defendamos. No entiendo cómo la especie humana no ha aprendido después de tres mil años de guerra, y que sigamos igual.

-¿Qué opina de deportes como el boxeo?

-Me gusta ver algún combate bueno, pero en general no me gusta que dos seres humanos se peguen golpes. No me gustan los enfrentamientos.

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