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La nueva economía rural Las cooperativas (8)

Chorizo hecho en familia

La cooperativa de embutidos Santulaya, que crearon los vecinos hace un cuarto de siglo, ha logrado evitar el abandono de un pequeño pueblo de Cangas del Narcea

Chorizo hecho en familia

Cuenta María del Carmen Garrido, mientras embute chorizo, que el proyecto inicial era montar una cooperativa de flores. "Sí, de flores", insiste ella, vestida de arriba a abajo de rojo (guantes, gorro y bata). Al parecer, la idea partió de un vecino, Agustín Fernández, que en un viaje a Galicia vio cómo en un pueblo abandonaban el ganado para dedicarse a cultivar rosas, claveles y margaritas. El hombre pensó entonces que el futuro de Santa Eulalia, una pequeña localidad formada por veinte casas y pegada a la villa de Cangas del Narcea, podría estar también por ahí. Era eso o morir. Sin embargo, al final, se cambiaron las plantas por el chorizo. Dado que todos los vecinos tenían ganado y huerta propia decidieron montar una fábrica de embutidos para explotar la materia prima. Eso ocurrió en 1990. Hoy, veinticinco años después de su fundación, la cooperativa Santulaya, como así se llama, está más activa que nunca. Ni siquiera la crisis ha conseguido frenar sus ventas. ¿La clave del éxito? "Estar unidos", contestan sus doce trabajadores.

Para ellos, la unión es la semilla que hace crecer a un pueblo de Asturias. Un pueblo, situado a hora y media de Oviedo, que si no hubiese sido por el chorizo hoy en día seguramente estaría deshabitado. "La cooperativa ha generado riqueza y empleo. Todos los vecinos trabajamos en ella", reconoce Ángel Álvarez, encargado del "papeleo", que detalla que la empresa fue construida gracias a la cesión de tierras que hizo uno de sus socios.

Este hecho demuestra que Santa Eulalia es una gran familia. "Son muchos años ya juntos y la verdad es que nos llevamos muy bien", dicen, en plena faena, María del Carmen Garrido y Ana Álvarez, dos de las trabajadoras más veteranas de la cooperativa. Ellas participaron en su creación y ellas continúan al pie del cañón. Las últimas incorporaciones que se produjeron fueron las de los jóvenes Sandra Tineo y José Antonio Rodríguez. Con todo, "esperamos seguir creciendo". "La crisis no nos castigó, pero tampoco nos permitió evolucionar", asegura Ángel Álvarez. En la actualidad, Santulaya produce al año 120.000 kilos de embutido y emplea a la semana entre 20 y 30 cerdos.

En estos veinticinco años, muchas cosas han cambiado en la fábrica. Para empezar, apunta María del Carmen Garrido, que el proceso se ha mecanizado. Gracias a ello, la producción de embutido es ahora mucho más rápida que antes. Otro cambio importante ha sido la disminución de materia prima propia. En sus inicios, la cooperativa tenía una cuadra de cerdos que abastecía en su totalidad a la fábrica. Como consecuencia del crecimiento de la cooperativa, la cuadra se quedó pequeña y ahora tienen que recurrir a proveedores. "Seguimos teniendo cerdos aquí, pero son pocos para las cantidades de embutido que manejamos", expresa Ángel Álvarez. Aun así, más del cuarenta por ciento de los cerdos que se emplean son de Cangas del Narcea. El producto estrellases el chorizo. "Ahora empieza el trabajo duro. En cuanto comienza a hacer frío, las ventas se disparan", señala Manolo Ordás.

Ordás es la persona que se suele ocupar del despiece, aunque precisa que en la fábrica "todos hacemos de todo". "Estar en la misma posición todo el día acaba cansando, así que nos vamos turnando", dice María del Carmen Garrido, que en ese momento es la que rellena las tripas de carne picada. A su lado está Sandra Tineo, que divide el producto en raciones para ser rematado por José Antonio Rodríguez y Ana Álvarez, quienes unen los cordones de la ristra con un par de nudos para colgarla y secarla.

En los últimos años, la cooperativa Santulaya se ha lanzado a cocinar sus propios platos. Los principales son cuatro: pote asturiano de berzas, fabada, manos de cerdo estofadas y chorizos a la sidra. "La fábrica se montó por necesidad y ahora, viendo la evolución, nos sentimos muy orgullosos", apunta Manolo Ordás. "Yo creo que las cooperativas ayudan mucho al campo y son una herramienta perfecta para superar la crisis económica. Como se suele decir, la unión hace la fuerza", agrega Ángel Álvarez. Y así ha sucedido en Santa Eulalia, un pueblo que demuestra que la zona rural asturiana tiene futuro. Ya sea cultivando flores, haciendo chorizos, plantando fabas o produciendo frutos rojos. Sólo hay que despertar.

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