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IVÁN MENÉNDEZ | Autor del documental "Valdeprusia", sobre la tradición de los cunqueiros

"Del mundo cunqueiro sólo quedan mucha pena, tristeza y un vago recuerdo"

"La película es fiel a la realidad de Degaña y muestra el abandono de la tierra y el desarraigo, incluso de quienes viven allí"

Iván Menéndez, en Degaña, con un DVD de "Valdeprusia" en la mano. DEMELSA ÁLVAREZ

"Valdeprusia" es el nuevo documental de Iván Menéndez (Degaña, 1980), autor también de "Los colores del viento", que narra la historia de Francine Marcelle, la mujer que vive sola en el pueblo de El Corralín. Su nuevo trabajo se centra en el valle de los cunqueiros o tixileiros (fabricantes de concos o cuencos de madera), situado en los concejos de Ibias y Degaña, y, además de su historia, narra la transformación económica y social vivida en la zona a raíz de la explotación minera. Hasta ahora la película se ha proyectado dos veces y la intención es que se pueda ver en distintos municipios asturianos.

-¿Cómo nace "Valdeprusia"?

-La película empezó como un encargo que una parte de la gente del valle de los cunqueiros me hizo cuando yo proyecté mi anterior documental, "Los colores del viento", en Tablado, Degaña. Lo único que me pedían era que hablara del valle, que contase la historia de los cunqueiros. Así, hace dos veranos empezamos a grabar con la idea de contar simplemente la historia de estos artesanos, su vida ambulante y la vida en el pueblo de las mujeres que se quedaban al cargo de todas las responsabilidades. Pero una vez comencé con la investigación me di cuenta de que hacer la historia sólo de los cunqueiros parecería un cuento y a mí lo que me interesaba era ahondar en la transformación de ese mundo, por qué habían desaparecido y en qué punto está el valle en la actualidad.

-Entonces, busca explicar el cambio social y económico en la zona.

-En ese punto decidí meterme en el tema de la minería y contar la evolución del modelo económico, que pasó de la autarquía de los cunqueiros a lo que tenemos actualmente, que se puede resumir como el abandono de la tierra. Como dice una de las cunqueiras que aparecen en el documental, "cuando llegó la minería se comenzó a comprar todo para no tener que trabajarlo".

-¿Qué queda en el valle de la tradición cunqueira?

-Queda mucha pena, tristeza y el recuerdo, aunque muy vago, y casi más proveniente de algo que les han contado que no de lo vivido, porque en realidad el mundo cunqueiro como tal desapareció prácticamente en los años cincuenta y luego quedó algún artesano hasta los años ochenta, pero dedicado más hacia el atractivo turístico que a la fabricación de útiles para la venta. Ahora sólo queda el rincón cunqueiro de Victorino, Víctor y Rosa.

-Después de realizar el documental, ¿cómo ve la evolución vivida en la zona?

-La película es fiel a la realidad y muestra el abandono de la tierra, el desarraigo, que incluso los propios que viven en la tierra lo están sufriendo también, porque ya no tienen tanto contacto con ella, ya no se trabaja la tierra, no se sale al monte, se está convirtiendo en un sitio extraño hasta para ellos mismos.

-¿La visión de esa evolución la comparten las personas que participan en el documental?

-Hay bastantes contradicciones. Alguna señora mayor me decía que la minería había sido la riqueza para el valle; sin embargo, otra gente, que había sido la ruina. Unos lo veían positivo porque dan importancia al dinero y otros lo contrario porque dan más valor al apego a la tierra, a mantener la comunidad y la cultura viva.

-En Degaña se sigue hablando de la minería como la única posibilidad económica. ¿Existen alternativas?

-Si se analiza la historia, aquí la gente nunca dejó de emigrar. Es una tierra dura, tienes que tenerle mucho apego y aun así es complicado. Cuando se estancó un poco la emigración fue en la época de bonanza de la minería, en cuanto paró la gente tuvo que volver a marcharse. Actualmente, si quitas la minería, el concejo se despoblaría totalmente, no siendo la gente prejubilada y jubilada que ya cuenta con unos ingresos. Aunque también podría suponer que se revalorizase el turismo rural, porque lo que no es compatible es la minería, sobre todo de cielo abierto, con el turismo y el parque natural que tenemos.

-Es su segundo documental sobre la zona. ¿Quiere decir que Degaña aún tiene mucho que contar?

-Degaña es un buen sitio para venir a descubrir nuestras raíces. Hay muchas cosas que contar, hay mucha cultura, artesanía e historia viva de Asturias.

-El primero, "Los colores del viento", tuvo mucho éxito.

-Sí, porque la historia es importante y ésta era llamativa. Aunque yo lo hubiera hecho muy mal, creo que a la gente la historia le atraía mucho y, de hecho, aún se sigue viendo.

-¿Espera que "Valdeprusia" tenga el mismo recorrido?

-Puede tener repercusión, pero el documental no es políticamente muy correcto. La historia es atractiva, salen personas conocidas como Víctor y Victorino, los cunqueiros, pero el contenido es duro para mucha gente porque supone enfrentarles a su realidad.

-¿Cómo han sido las reacciones recogidas de las dos primeras proyecciones?

-Fueron bastante potentes, a la gente le gusta en general. Pero la película deja un sabor amargo, porque es dura. Cuando la puse en Sisterna (Ibias) vi que deja un poso y toca muy adentro, sobre todo en los mineros. La segunda proyección que hice fue en Cabranes, fuera de la tierra cunqueira y minera, y también gustó, porque al final la película trata la posibilidad de volver a la tierra y es un alegato a ella.

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