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Bueño añora su "huertona"

Los vecinos de la localidad riberana quieren recobrar el esplendor de su vega, antigua despensa de Oviedo, con la plantación de nuevos cultivos como el kiwi y los frutos rojos

Vista de la vega de Bueño desde la carretera del Alto de El Caleyo. LUISMA MURIAS

Antes era la "huertona" y ahora es la "huertina". Estas dos palabras, pronunciadas con tono jocoso por el vecino César Fernández Pello, resumen a la perfección el esplendor y el declive de la vega de Bueño; el valle de Ribera de Arriba regado por el río Nalón que durante años fue la despensa hortofrutícola de Oviedo. Pello recuerda con nostalgia aquellos años en los que subía "a pata" por el camino del Alto de El Caleyo rumbo al mercado del Fontán pata vender los productos de la agricultura local. No lo hacía solo; con él iban varios burros cargados hasta arriba de "arbeyos, fresas y fabas". Lo que entonces daba la tierra era oro. Hoy también podría seguir dándolo. La diferencia es que muy pocos son los que explotan las riquezas del campo. Sólo "cuatro vecinos" a modo de hobbie. "Aquí se podría plantar de todo. El suelo es excepcional", asegura Vicente Álvarez. Este vecino de Bueño, de 82 años, no entiende por qué el kiwi todavía no se ha instalado en el concejo. "Esta vega tiene las mismas condiciones que las del Bajo Nalón", insiste, sentado en la terraza del bar El Colorao.

La historia de este chigre viene que ni pintada al relatar este esplendor agrícola, pues en sus fogones se hacían una de las mejores menestras de la región. "Llegó a comerla hasta el Gobernador Civil. Estaba buenísima", reconoce Emilio Castelar, otro vecino del pueblo. El secreto de este plato estaba en la materia prima: unos arbeyos "pistonudos". Como pistonudos eran y son las patatas, las cebollas, los ajos, las fabas, el maíz, la coliflor, el repollo... En Bueño todo se logra, hasta la fruta. Según cuenta César Fernández Pello lo que hoy es matorral y monte, en el pasado eran praderas cubiertas de fresas y algún que otro racimo de uva. "Era un fruto pequeño y con un sabor buenísimo", apunta Pepín Bárcena, "que no Bárcenas", como subraya con gracia para diferenciarse del extesorero del PP. De aquella, el paraíso de los frutos rojos estaba en Bueño y no en Candamo, hoy la referencia de los cultivos de fresas en Asturias, lo que demuestra lo aptos que son estos terrenos para este tipo de plantaciones.

Tras el final de las cuotas lácteas y el comienzo de una nueva reconversión en el sector ganadero, que se prevé feroz, la agricultura brota como una de las grandes oportunidades para mantener vivo y activo económicamente el medio rural asturiano. El catedrático de Geografía de la Universidad de Oviedo, Felipe Fernández, apuesta precisamente por recuperar las zonas de vega de Asturias mediante el desarrollo de nuevos cultivos, es decir, kiwis y arándanos especialmente. ¿La razón? Son fincas llanas, ricas en nutrientes y que están regadas constantemente por agua. Dadas estas condiciones tan excepcionales, Fernández cree que es "inadecuado" utilizar las vegas para pastos en vez de explotar al máximo todo su potencial hortofrutícola. Las voces expertas indican que ha llegado la hora de profesionalizar la agricultura.

Pero hasta que llegue este recomendable renacer agrícola son Vicente Álvarez, Emilio Castelar, Pepín Barcena, César Fernández Pello y los cerca de 120 vecinos que residen en el pueblo de los hórreos de Ribera de Arriba los que trabajan la "huertina". La mayoría de ellos se suben a las madreñas para remover la tierra cada mañana. "A mí préstame. Además, de esta forma tengo comida prácticamente todo el año", indica Vicente Álvarez, que empezó a trabajar con sólo 14 años en la construcción. El desarrollo industrial fue, a su juicio, lo que terminó con la vega de Bueño. "La gente empezó a marchar y a dejar la agricultura y la ganadería -de aquella había más de 200 vacas-. Por eso está todo tan abandonado", agrega en referencia a un terreno salpicado por pequeñas huertas, pero en su mayoría desaprovechado y cubierto de pradera. La superficie explotable es de unas 50 hectáreas, según el sistema de identificación de parcelas agrícolas del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. "Ahora lo que hay es basura, ¿no lo ve?", agrega César Fernández Pello.

La decadencia de la ribera de Bueño comenzó, según los vecinos, en la década de los setenta. Muchos vieron que en las fábricas se ganaba un buen jornal y el campo pasó a un segundo plano. A causa de la industria, el vergel de Ribera de Arriba estuvo muy cerca de desaparecer. Lo cuenta Pepín Bárcena, de 73 años.

-Fue por una papelera catalana. Quiso construir aquí una fábrica y casi lo consigue. Llegaron a expropiarnos las fincas. Pero por suerte la empresa entró en quiebra y dieron marcha atrás. Si la planta se hubiese construido, hoy no habría pueblo ni estaríamos aquí sentados.

Pero Bueño -Premio Ejemplar de Asturias 2012- ahí sigue, con la mirada puesta en sus vegas. Porque aparte del turismo, su futuro puede depender de la agricultura, de los kiwis, de los frutos rojos, de las fabas. Y no lo dicen sólo los vecinos, también los empresarios. "Aquí se podrían crear muchos puestos de trabajo", afirma Moisés Álvarez, presidente de Tradehi Inversiones y natural de Soto de Ribera, al otro lado del río Nalón. Sin embargo, los emprendedores se encuentran ante un problema, que se repite por toda la geografía asturiana: el minifundio. Sólo con una amplia extensión de terreno se alcanza la rentabilidad. "Habría que hacer concentraciones parcelarias, pero eso hoy es imposible. Sólo serviría para enfrentamientos", opina Vicente Álvarez, que dispone de una "tirina" de huerta. "Aquí la finca más grande que es de 5.000 metros. El resto son todo terrenos muy pequeños", sostiene Emilio Castelar, el mayor del grupo con 83 años, extrabajador de la fábrica de explosivos de La Manjoya.

Este fraccionamiento de la propiedad se debe en muchos casos a las herencias. Una finca queda para varios hermanos, éstos no se ponen de acuerdo para venderlas y se queda cada uno de ellos con "tirinas", como las describe Álvarez. Sin embargo, solución sólo hay una y se llama unión. "Los vecinos tendrían que ponerse de acuerdo y unificar todas las parcelas. No vale con que quede una fuera, porque la plantación habría que cerrarla", explica Moisés Álvarez. Pero los riberanos no lo ven tan fácil. "Nosotros ya somos mayores y ya no estamos para esas cosas", afirma César Fernández Pello, quien detalla que antes había lo que se conocía como la "comuña".

"Existió hasta los años cincuenta. Consistía en que si un vecino me dejaba la vaca, yo a cambio le ayudaba a plantar patatas", precisa. Es decir, en esencia, el mismo sistema que hoy ofrecen las cooperativas asturianas y por las que apuesta Moisés Álvarez. El empresario cree que la fórmula idónea sería constituir una organización agraria, de forma que los terrenos pasasen a ser explotados por socios o trabajadores externos que viesen en Ribera de Arriba la oportunidad perfecta para sacar partido de la nueva revolución del campo.

Lo tiempos soplan a favor de la agricultura y Bueño puede hacer realidad el sueño de volver a ser una de las grandes despensas de Asturias.

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