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TOMÁS MARTÍN LÓPEZ | Catedrático de percusión y ergonomía en Salamanca

"La profesión de músico es una de las que más riesgo tienen de lesiones"

"La necesidad de sentarse siempre correctamente y coger de una forma adecuada el instrumento es reciente"

Tomás Martín, en el Auditorio de Oviedo. LUISMA MURIAS

Tomás Martín López nació en Madrid en 1970. Es ayuda de solista de timbal en la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, catedrático de percusión, ergonomía y prevención de lesiones musculo esqueléticas en el Conservatorio Superior de Música de Salamanca, diplomado en osteopatía y masaje terapéutico y doctor por la Universidad de Valladolid. Está especializado en el tratamiento y recuperación de lesiones producidas por movimientos repetitivos en los tejidos blandos en músicos. Acaba de impartir un curso sobre aspectos de su especialidad a los profesores de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), en Oviedo, en el Auditorio Príncipe Felipe.

-Percusionista, catedrático...

-Y diplomado en osteopatía articular y masaje terapéutico. Hay osteopatías articulares, sacro craneales y viscerales. Lo mío es la articular que se relaciona mucho con la práctica de la música. Por eso he impartido el curso de prevención de lesiones y de higiene postural a los músicos de la OSPA, organizado por el instituto Adolfo Posada.

-¿Qué problemas ve en su profesión?

-Principalmente todo lo relacionado con la ergonomía, con las posturas correctas o incorrectas. Un músico de orquesta pasa 25 horas a la semana sentado con la tensión correspondiente y no solo en los conciertos. Estar sentado y así tanto tiempo es un problema. El primer instrumento del músico es su cuerpo. Hacer un trabajo tan repetitivo se paga. Chorrean sudor que quizá sea lo que ve el público en medio de un panorama de etiqueta, modélico. Los músicos no corremos paro hacemos un ejercicio repetitivo muy duro. Dos horas de concierto y cinco día de preparación y no solo dos horas al día. La necesidad de sentarse bien y coger bien el instrumento es reciente. La necesidad de sentarse siempre correctamente y coger de una forma adecuada el instrumento es reciente. Hasta hace poco se decían cosas sin fundamento. Ahora se incluye esta ciencia en los Conservatorios para que los estudiantes tengan nociones básicas de las posiciones correctas y así eliminar la posibilidad de lesionarse.

-¿La solución es mucho gimnasio?

-El ejercicio físico regular es bueno. Con musculatura fuerte un músico se lesiona mucho menos que sin ella. Gimnasio, correr, hacer bicicleta. Todo cuenta positivamente. Un par de horas a la semana sería suficiente.

-¿Cómo se combate la sordera?

-En las orquestas se ponen pantallas entre los músicos. En mi orquesta nos facilitan tapones. El fagot o el clarinete, que están delante de los trombones, tienen un riesgo de hipoacusia muy grande. Es una enfermedad laboral. Estrictamente laboral. Se hizo un estudio en Valladolid, con una orquesta muy numerosa y superaba los cien decibelios. Unos ciento diez. Un avión se acerca a cien. Setenta es el máximo aceptable.

-¿Una profesión de riesgo?

-Todos los músicos estamos en prevención. El 80 por ciento tenemos riesgos de lesiones. La profesión de músico es una de las que más riesgo tiene de lesiones. Pero no se ve. Hacemos repeticiones de patrones de movimiento y nos vamos lesionando. Los que más repeticiones hacen son los de cuerda.

-¿Y el peso?

-Claro, el peso cuenta mucho. Un clarinetista soporta sobre el pulgar un instrumento que pesa un kilo. El trompón, sobre un hombro y una mano, tres kilos y medio. La trompa, sobre una mano, tres kilos y medio. No hay reglas generales. Los instrumentistas de cuerda sí se llevan la palma en problemas de codo. Los problemas de cuello y espalda, para los que soportan más peso.

-Hay lesiones de labio también.

-Eso está más relacionado con la distonía focal. Dos de cada cien músicos lo padecen. En todas las orquestas hay casos. Gente que con treinta y tantos años se tiene que jubilar. Algo que haces mecánicamente, sin pensar, de pronto ya no puedes. Es muy traumático.

-El gran violinista Yehudi Menuhin predicaba siempre la necesidad de tener el cuerpo suelto y relajado.

-Es lo ideal. Menuhin decidió en un momento no estudiar más violín y dedicarse al yoga. Y no fue el mismo, claro. Se hizo yogui, fue uno de las máximos exponentes del yoga en la música, de lo que el yoga puede ayudar a un músico y dejó de estudiar el violín. Pero eso no vale por muy genio que fuese. Los músicos tiene que estudiar durante toda su vida. No es cuestión de hacer yoga todo el tiempo que, ojo, es bueno, relaja, estira músculos.

-¿Qué tradición tiene su especialidad?

-La primera asociación de medicina del arte es de 1991, hace como quien dice cuatro días. Nació en EE UU. Las hay ya en Canadá, Francia, Inglaterra, Australia y Finlandia. En España no existe. El interés de la medicina por los músicos es reciente. Somos pocos pero también es cierto que nos vemos muy afectados. Al ciudadano medio le choca que nos lesionamos pero hay que considerar que presionamos un dedo y lo retiramos con una recurrencia enorme y encima hay un componente emocional.

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