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La Escuela de Pastores de los Picos de Europa espera ampliar su oferta

La Escuela de Pastores de los Picos de Europa fue la única semilla que consiguió prender tras el fracaso en 2002 del Programa Pastores XXI. En sus diez años de actividad, el "colegio" de los vaqueros ha dado sus frutos. El último de ellos tiene nombre y apellido: Tomás González, un madrileño de 44 años de edad, que dejará la fontanería para aprender a hacer queso gamonéu en el interior del Parque Nacional. Sin embargo, conseguir que esos frutos no lleguen a pudrirse no es en absoluto fácil. El director de la Escuela, Fernando García-Dory, asegura que todos los cursos tiene que pasar por el mal trago de decirle a un alumno que su ayuda tiene límites. "Tenemos un presupuesto anual de 4.000 euros. A los chicos les damos una beca de 200 euros al mes. Pero más allá de eso no podemos hacer", asegura García-Dory, partidario de cambiar el sistema de gestión actual y tomar como referencia el modelo vasco. La Artzai Eskola, que dirige Batis Otaegi, es la más famosa de España.

"En el País Vasco tienen una ventaja y es que desde el principio contaron con un apoyo muy fuerte del Gobierno", explica Fernando García- Dory. De hecho, la escuela de la comunidad vecina se desarrolla durante todo el año, mientras que la asturiana sólo cinco meses (de mayo a septiembre). "Creo que es el momento idóneo para revisar nuestro sistema. Hay mucha gente en paro a la que el pastoreo le puede interesar", apunta. En este sentido, García- Dory pide a los gobiernos autonómico y municipales mayor implicación en el proyecto. La Escuela de Pastores lleva años luchando por montar una casería que le permita ampliar su oferta. "Estamos detrás de una finca en Cangas de Onís, donde podamos montar una quesería modelo para que los alumnos aprendan a fondo el oficio. El problema que tenemos ahora es que se pierden el aprendizaje del invierno", comenta. Esa finca modelo es la que tienen precisamente en Euskadi.

García- Dory considera que sería interesante recuperar el plan de pastores, aunque reconoce que eso requeriría una "voluntad política fuerte" y un "compromiso total" por parte del Principado. El responsable de la Escuela también ahonda en otro problema importante, que es el "prejuicio cultural". "Aquí nos pesa demasiado el tema del campo. Pensamos que es mucho mejor mover cajas en un supermercado que ser pastor. Eso no sucede en cambio en Francia, donde los jóvenes ven la profesión con orgullo", remata. Pese a ello, Asturias ha servido de inspiración a la Escuela de Pastores de Cataluña y próximamente lo será para la de Extremadura.

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