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Los últimos percebes del duque de Calabria

El infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias, velado ayer en El Escorial, trabó una estrecha amistad con el asturmexicano Antonio Suárez

El infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias. EFE

El recuerdo más reciente del infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias, primo del rey don Juan Carlos y duque de Calabria, esbozado por uno de sus más íntimos amigos, el empresario asturmexicano Antonio Suárez, se sitúa en torno a la mesa. "Le encantaba el marisco, y como ya estaba mal, con la enfermedad avanzada, le tuve que abrir los percebes", cuenta este oriundo del Principado afincado desde hace años en el país azteca. Antonio Suárez no esperaba que aquel fuera el último almuerzo juntos. En España y México, allá donde se encontraban -o se buscaban- los dos amigos no faltaban las tertulias de sobremesa. "Era muy simpático; ha sido una gran pérdida", rememoraba desde México, en conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA, el empresario asturmexicano, en el mismo momento en que los Reyes Juan Carlos y Sofía, acompañados de la infanta Elena, acudían al monasterio de San Lorenzo de El Escorial para visitar, ayer, la capilla ardiente con los restos del infante don Carlos, primo del anterior jefe del Estado, fallecido el pasado lunes a los 77 años.

La misa funeral, que se celebrará en el plazo de un mes, reunirá a todo su círculo de amistades que ayer no pudieron desplazarse a Madrid. Entre ellos, no faltará Antonio Suárez. "Estoy a expensas de que me confirmen la fecha pero seguramente estaré allí", continuó el empresario, quien recordó que el primo del monarca "vino muchas veces a México, le gustaba el campo y le encantaba cazar. Hace unos años estuvo en mi rancho, se vino a pasar unos días", comentó como testimonio que de que no existían distancias insalvables en su amistad. También a la inversa. "Era imposible que cuando llegaba a España no fuera a almorzar con él a su finca La Toledana. Nos veíamos muy a menudo", continuó el amigo del infante Carlos de Borbón, testigo fiel en los últimos años de cómo la enfermedad había vencido, poco a poco, a "un hombre muy leal, magnífico padre y con una familia muy unida". Antonio Suárez rememora con cariño cómo el año en que le otorgaron la medalla de plata del Principado, su amigo Carlos de Borbón se desplazó al Principado para acompañarlo en esos momentos felices. Y su esposa, Ana de Orleans, hija del conde de París, participó en una de las últimas botaduras realizadas en el astillero de Armón en Gijón de los atuneros de Grupomar, el emporio industrial levantado por Antonio Suárez, quien ayer trazaba un cariñoso perfil de su amigo. "Fue una persona muy leal al Rey, puntual en su trabajo" por el que dijo haber sentido siempre una "profunda admiración".

Don Carlos y su esposa siempre tuvieron, por expreso deseo del anterior monarca, un lugar especial en todos los actos de la familia real española en los últimos años. Esa relación se extendió a los cinco hijos de los duques con los hijos de don Juan Carlos y doña Sofía. El duque de Calabria, que reunió a lo largo de su vida un importante patrimonio, fruto de su presencia en numerosos consejos de administración, entre ellos los de la inmobiliaria Urbys, la multinacional Thyssenkrupp o Viajes Marsans, antes de su desplome en 2011. Más allá de su faceta profesional sus amigos inciden en su condición de "persona extraordinaria, sumamente educado y responsable".

Más información, en la página 66

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