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TEMMA KAPLAN | Catedrática de Historia y Estudios de la Mujer de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey)

"Vamos a intentar que se impida jugar al golf: gasta mucha agua y hay que pararlo"

"En Bolivia o en Colorado se ha prohibido recoger agua de lluvia porque se considera que pertenece al Estado o al Gobierno de turno"

Temma Kaplan, ayer, en el edificio histórico de la Universidad. NACHO OREJAS

La profesora estadounidense Temma Kaplan es catedrática de Historia y de Estudios de la Mujer en Rutgers University, Nueva Jersey. Ayer ofreció una conferencia en el marco de la inauguración del curso académico del máster Erasmus Mundus de la Universidad de Oviedo en Género y Diversidad.

-¿Qué vinculación existe entre los movimientos de mujeres y el acceso al agua?

-La realidad es que en muchos países ellas todavía pasan un cuarto de día buscando agua a pesar de tratarse de un derecho humano: no se puede sobrevivir sin él. Además, todos los sistemas de agua que existen se han construido a finales del siglo XIX y principios del XX y se han quedado viejos.

-¿Está preparada esa infraestructura para atender las demandas de la población mundial?

-En todo el mundo hay cinco compañías -dos francesas, una alemana, otra de Estados Unidos, y otra británica- que pueden construir sistemas totalmente nuevos pero que resultan carísimos. Cuando los bancos internacionales se ofrecieron a participar querían un 16% cada año en lo que estaban prestando y la gente no podía pagarlo. ¿Cuántos pueblos pueden permitírselo? Ahora mismo más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y eso quiere decir que hay que tener agua para ellos. En mi país, en California, hay un valle donde se concentra casi un cuarto de la comida que se consume en EE UU, pero el agua que tenemos hoy está llena de productos nocivos. Y los maestros, en las escuelas, están gastando la mitad de su dinero para comprar agua para los niños. Sus madres dedican 500 dólares al mes para comprar agua, y es un país rico.

-¿Hacia dónde desembocará ese problema?

-En Detroit 101.000 personas no pueden pagar su factura de agua, lo que nos lleva a una crisis mundial de este recurso que es también una lucha por la supervivencia. Quienes lo están pagando son las mujeres. En Sudáfrica consta que a cada casa deben llegar seis kilolitros de agua libres, pero eso no se puede lograr porque existen unos medidores y si no los puedes pagar, no puedes tener tu agua.

-¿Qué postura están adoptando los gobiernos ante esta crisis?

-En Bolivia y en Colorado se ha pasado a prohibir hasta recoger el agua de lluvia porque consideran que pertenece al Estado o al Gobierno de turno. Al final están colaborando para no resolver el problema. Algunas mujeres se están organizando y en Kenia están pidiendo ayuda a profesores para atender a los niños porque cada año tienen que desplazarse más lejos para conseguir agua, pero ¿cómo van a hacerlo? Sólo el 3% del agua de todo el planeta es potable, y España, Australia, China y otros países están tratando de obtener una cantidad extra a través de la desalación, pero eso significa que estás utilizando petróleo y acumulando mucha sal, que es un recurso que no puedes utilizar para otras cosas.

-Otra de las grandes crisis del siglo XXI tiene que ver con los fenómenos migratorios, ¿cómo cree que se está están gestionando?

-Las mujeres están llamadas a desempeñar un papel importante en este asunto porque ellas son las que tienen que hacerse cargo, de nuevo, de todo cuando llegan a otro país. Y nadie habla de todo esto. Va contra los derechos humanos quitar el agua a mujeres y niños porque no se pueda pagar.

-¿Qué soluciones plantea?

-La realidad es que no se trata de un problema acotado a un ámbito reducido. Es posible usar esta agua de una manera mejor, por ejemplo, contra lo que pasa en los campos de golf. En España y en otros países está creciendo ese turismo. Vamos a intentar que no se pueda jugar al golf, consume demasiados recursos esenciales y hay que pararlo. Los hoteles también potencian que puedas cambiar tus toallas: es un lujo. El agua, al final, es también una cuestión de democracia.

-Se buscan cuotas femeninas en la política, en los consejos de administración de las empresas..., ¿pero qué repercusiones ha tenido?

-Organizar las cosas de una manera democrática es mejor que no hacerlo, pero no es cuestión de establecer cuotas, sino de participar todos con sus ideas en las mismas condiciones. Hay que hablar de la política juntos, mujeres y hombres, sin marcar cuotas.

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