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El tráfico, un problema de salud

Los asturianos que viven al lado de una autovía claman contra la tortura del ruido

Más de 127.000 personas soportan a diario decibelios muy por encima de lo aconsejable: los expertos aseguran que pueden acabar con estrés crónico

Los asturianos que viven al lado de una autovía claman contra la tortura del ruido

Cuando a veces, muy contadas, la autopista se calla, "aquí notamos el silencio. Casi hasta se diría que el silencio nos molesta". En Olloniego, primera línea de autovía, ese silencio es excepcional. Que Carmen Barbosa recuerde, sólo ocurrió cuando las protestas mineras de hace tres veranos interrumpieron de pronto el tráfico y el ruido en la carretera que corta el pueblo a unos metros escasos de las casas.

En la localidad ovetense hay un bar que no utiliza la terraza para no obligar a la clientela a hablar a gritos, un colegio y un consultorio médico que no pueden abrir las ventanas, un parque infantil y una piscina con vistas al asfalto... Lo que no hay son pantallas de protección contra ese ruido, que desata la furia de quienes lo padecen.

Olloniego es sólo un ejemplo más en Asturias. Limita al Sur directamente con la Autovía de la Plata y aloja a unos pocos de los más de 120.000 asturianos que son vecinos de puerta de las carreteras más transitadas del centro de la región. Son asturianos que hace mucho tiempo que gritan y meten ruido aunque no se les oiga, y que ahora están a las puertas de los tribunales.

Es la lucha de todos los asturianos que conviven con el ruido del tráfico la que intentará llegar a los juzgados con el proceso penal que el Ayuntamiento de Corvera ha anunciado contra el Ministerio de Fomento para exigir medidas que rebajen el daño acústico que causa la "Y" al pasar por Trasona.

En Olloniego, ya sea de fondo o en primer plano, la banda sonora del tráfico se oye "en todo el pueblo, en la avenida entera". Ocurre más intensamente en la barriada minera aunque esté retirada de la calzada y encaramada a una colina, porque "el sonido sube".

Barbosa, vecina y experta en ruido a su pesar, habla de Olloniego como podría hacerlo de Trasona, de Mieres, de Pola de Lena... Ha vuelto a pronunciar las dos palabras que más ha repetido este pueblo desde que hace más dos décadas empezó a pasar por aquí la Autovía de la Plata: pantallas acústicas.

Los vecinos de Olloniego las pidieron en silencio colgando trapos verdes que ya se han decolorado en las ventanas, alzaron la voz a través del grupo de IU en el Congreso de los Diputados... Nada. "Son sólo 180.000 euros", clama Barbosa. Nada. Ahora, con un nuevo camino abierto, la asociación de vecinos no descarta iniciar los trámites para incitar al Ayuntamiento de Oviedo a que siga los pasos del de Corvera e inicie un proceso penal.

Olloniego son unos setecientos vecinos; Trasona, alrededor de 2.000, pero la geografía asturiana de la exposición al incómodo rumor del tráfico es mucho más amplia. Traza un recorrido que abarca una parte abundante de los concejos del área central de la región y que pasa, según un estudio del Gobierno del Principado, por las casas de al menos 127.000 asturianos.

Todos ellos, que serían el equivalente muy aproximado a la suma de las poblaciones completas de Avilés y Langreo, viven expuestos al ruido de diversa intensidad y cadencia persistente que hacen los coches, los autobuses y los camiones circulando junto a sus viviendas. Según el estudio, 44.000 soportan potencias superiores a 55 decibelios -la magnitud por encima de la cual se considera que el sonido puede afectar psicológicamente a actividades que requieren concentración o atención- y algo menos de 25.000 viven en el estadio más severo, rebasando los 65 decibelios. Para que se entienda, ochenta decibelios es el sonido que hace una aspiradora. A los trabajadores que operan en entornos ruidosos se les aconseja no pasar más de cuarenta horas semanales a entre 85 y 90 decibelios. Los especialistas sitúan en 120 el umbral del dolor.

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