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"Nuestro hijo ha estado viviendo sin vivir"

Los padres del niño que denunció abusos sexuales en un colegio del Opus en Vizcaya, a los que asisten dos abogados gijoneses, recibieron el auxilio del Papa tras contarle el caso por carta

"Nuestro hijo ha estado viviendo sin vivir"

La persona que se debía encargar de velar por su formación espiritual y personal acabó destrozándole la vida. El caso de un menor que sufrió presuntamente abusos sexuales graves por parte de su mentor, numerario en un colegio del Opus Dei en Vizcaya, ha saltado estos días a la primera plana nacional porque es ahora cuando se ha sabido que los padres del escolar llevaron su "tragedia humana" en forma de carta ante el Papa Francisco, que ya ha ordenado que el supuesto caso de pederastia se juzgue y se castigue. Su caso lo llevan dos abogados de Gijón, Leticia de la Hoz y Luis Manuel Fernández, y los progenitores han accedido a hablar con LA NUEVA ESPAÑA, con la condición de salvaguardar su identidad, para denunciar "el abandono y la humillación" que llevan sufriendo varios años por parte del colegio Gaztelueta. Su hijo es ahora mismo mayor de edad, pero el daño ha sido irreparable. "Está muy grave", aseguran. Y por eso exigen justicia.

El proceso. "Nuestro afán consiste en salvaguardar la integridad de nuestro hijo, menor de edad en el momento de esta tragedia humana, y lograr que desde el entorno de quienes cometieron esta auténtica salvajada y por parte de quien la cometió, haya un reconocimiento expreso de los hechos. Nunca hemos buscado batallas, ni hacer sangre de esto, pero sí que quienes deben hacer su trabajo lo hagan de una vez porque a nuestro hijo, como víctima, le hace falta esa reparación del daño. Además creemos que estos casos deben ser tratados con el respeto y la sensibilidad que desde el colegio Gaztelueta nunca, ni siquiera en el presente, han demostrado. Por desgracia quienes han convertido esto en una lucha, no somos nosotros, son los que han destrozado a mi hijo, los que han mirado para otro lado, seguramente por diferentes motivos; y los que han logrado que después de tantos años de dolor, esto quede en un olvido que ahora la filtración en prensa ha rescatado".

La motivación. "Nos ha movido la defensa de la integridad de un menor, la defensa de su salud física y psicológica, la defensa en fin de unos principios que quienes le destrozaron parecen no tener en cuenta. En resumen, la defensa de un hijo; para nosotros nada hay más sagrado en este mundo. Este proceso se inició por nuestra parte cumpliendo todos y cada uno de los requisitos que el Estado de Derecho pone a disposición del ciudadano. En el camino y hasta el día de hoy nos hemos sentido desprotegidos e incluso humillados y amenazados, en lo que es sin duda una clara maniobra de convertir a las víctimas en verdugos".

El primer impulso. "Nuestra primera decisión fue acudir a Gaztelueta para dar cuenta a la dirección del centro del dramático relato de nuestro hijo. Como el señor Cires, ex director, parecía estar muy ocupado en ese momento, fuimos recibidos por el actual director, que en aquel momento era subdirector, Imanol Goyarrola. Tras escuchar el relato de nuestra voz, se llevó las manos a la cabeza, enrojeció y exclamó : ¨Pobre chico, pobre chico, esto hay que investigarlo y tomar las medidas oportunas al respecto¨. Quiero dejarlo claro porque tal vez pecamos de ingenuos, ya que otras familias en nuestra situación a lo mejor hubieran acudido directamente al Juzgado. Nosotros, en cambio y pese a la poca atención que nos ha ofrecido el colegio hasta la fecha, tuvimos esa deferencia".

Los apoyos. "Por desgracia hemos contado con muchos menos de los que una familia aquejada y afectada por una tragedia de este calado, creo, merece. Los podría contar con los dedos de una mano e incluso puede que me sobrase algún dedo".

La respuesta del colegio. "Desde la primera toma de contacto con Imanol Goyarrola, se dedicaron a mirar sólo por la supuesta buena imagen del centro, sin importarles en alguna medida la salud de mi hijo y nuestra situación. El contacto, la relación, fueron decreciendo porque pronto nos dimos cuenta de que no tenían interés alguno en que esta auténtica tragedia se esclareciese de un modo limpio y defendiendo siempre la integridad de un menor, cosa que debieron hacer en su día y que sin embargo, abandonaron escondida en un oscuro rincón de su colegio. Cuando ahora el señor Goyarrola dice que fuimos nosotros quienes rompimos la relación, créame si le digo que me produce cuanto menos mucha pena, viniendo de alguien que tiene la responsabilidad que se le presupone como máximo mandatario de un colegio".

Lo que esperaban del centro. "Cuando les dimos la oportunidad a ellos, primeramente, de tomar cartas en el asunto, es obvio que sí esperábamos otro tipo de reacción. Sin embargo, el paso de los días y de los casi cuatro meses que estuvimos esperando una contestación razonable y razonada, fruto de una investigación, nos abrió los ojos y nos dejó muy claro que sólo les importaba mantener la presunta buena fama del centro escolar y evitar cualquier clase de denuncia, nuestro hijo no les importaba en absoluto".

El apoyo del Opus Dei. "Ninguno, no hemos tenido noticia alguna del Opus Dei como organización. No se han puesto en contacto con nosotros ni una sola vez. En última instancia, y como último recurso, acudimos al capellán del colegio para que hiciera algo al respecto, pero ante nuestro asombro nos comunicó que él no era interlocutor válido en esta historia: eso sí, nos pidió perdón en su nombre y a título personal por todo el daño que nos habían hecho, dándome un emotivo abrazo, pero remitiéndonos al presidente del consejo de administración de Gaztelueta para tratar este tema.

Los momentos de desánimo. "Por supuesto han sido innumerables. Ha habido muchos momentos de sufrimiento, de intenso dolor y desánimo, pero se trata de la recuperación de nuestro hijo, y ésta es la única fuerza que nos impulsa a seguir adelante. Ver a un hijo viviendo sin vivir, perdiendo una etapa tan bonita como es parte de la infancia y la adolescencia y ser consciente de todo el sufrimiento al que le sometieron, te envuelve en días, semanas y meses de auténtica zozobra personal y familiar. A Dios gracias, hemos tenido que sacar fuerzas de flaqueza y no vamos a parar hasta conseguir que esta tragedia se esclarezca y quien o quienes tengan que rendir cuentas de sus comportamientos, actitudes y negligencias, lo hagan ante un juez. Cerrar el círculo, cerrar la herida que han abierto, es prioritario y fundamental para su recuperación".

La carta al Papa. "Como católicos y creyentes, para nosotros el Papa no sólo es interlocutor válido en esta historia de dolor y sufrimiento, sino que consideramos que es un faro, un guía cuyos criterios y actitudes valoramos, respetamos y por ende, apreciamos de un modo especial. Este Papa está siendo un claro ejemplo de humanidad y cercanía y en nuestro caso, sólo podemos agradecer todo lo que ha hecho y hará, al tiempo que rezamos por él. Al Papa nos lleva la desesperación. Ver el sufrimiento de nuestro hijo, y como cada vez que levantaba cabeza volvía a caer".

La reacción del Santo Padre. "Ha sido un rayo de luz entre tanta oscuridad, esa oscuridad que crearon quienes desde el inicio confiaron sus fuerzas, créanme que son muchas y algunas desconocidas para la mayoría, en tapar, esconder, siempre en única salvaguarda de sus intereses y de su presunta buena imagen. La determinación del Papa es desde luego para nosotros un auténtico bálsamo".

El ejemplo. "No cabe duda que después de esta larga travesía en el desierto que hemos emprendido como padres de un hijo afectado muy gravemente por los hechos denunciados, también queremos que nuestro caso sirva para que estas terribles actitudes no vuelvan a producirse jamás y que si volvieran a suceder, sean reprendidas en toda su extensión y culpabilidad por parte de los poderes públicos".

La repercusión. "No es algo que nos preocupe. La noticia de la carta al Papa y su respuesta procede de una filtración a la prensa. El único matiz que nos preocupa de su repercusión es el efecto coercitivo y disuasorio que pueda ejercer sobre quienes haciendo uso de su autoridad de adultos someten a menores y adolescentes a este tipo de conductas perversas y en caso alguno admisibles".

La compensación. "Sin duda es un desgaste terrible que nunca pensamos necesario tener que emprender. Pero volveríamos a actuar de la misma manera. Cómo si no podríamos volver a mirar a nuestro hijo a la cara, cómo pueden ser capaces unos padres de mirar para otro lado cuando ocurren estas tragedias en la vida de un hijo, además menor de edad".

La situación actual. "En toda la extensión del término nos sentimos muy mal, durante mucho tiempo ignorados, humillados y desasistidos. Nuestro hijo está muy grave. En estos instantes, esperanzados y sobre todo firmes y determinados para que se sepa toda la verdad; esa que Imanol Goyarrola, director del centro, dice ahora querer descubrir pese a que nunca hizo algo por alcanzarla".

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