José Luis Álvarez Almeida, presidente de OTEA (Ocio y Turismo de Asturias), ve estos días desde la altura de la hostelería de Asturias la guerra garbancera del Desarme, costumbre gastronómica de Oviedo lanzada a conquistar el mundo por tierra (garbanzos y espinacas), mar (bacalao) y aire (después de la sobremesa, sobrecargada con callos y arroz con leche). Frente al capitán Almeida está Rubén Rosón Fernández, concejal de gobierno de Economía, Hacienda; Promoción Económica y Empleo; Promoción del Medio Rural; Industria; Turismo y Congresos, Comercio y Mercados de Oviedo, concejal de Somos y secretario general de Podemos Oviedo, en esta guerra capitán Rosón.
Las hostilidades comenzaron al cancelar el nuevo gobierno municipal Gastromateo, una expresión festiva que se extendía por el paseo de los Álamos, cuestionada por el control que ejercía sobre ella la patronal, al frente de la que está el capitán Almeida. El capitán Rosón la canceló en defensa del paseo, suelo patrio y artístico; el capitán Almeida pidió el Bombé; el capitán Rosón reivindicó el Bombé para los niños (¡con lo cerca que está del paseo de los Curas!) y quedó claro que a Rosón no le gustaría ser hostelero tanto como a Almeida ser alcalde, aunque fuera provisional.
Conforme llegaba el Desarme, la cosa se fue armando. El capitán Rosón ofrece por parte de la ciudad una representación de la leyenda del Desarme con cargo al grupo de teatro "Margen" y unos magos, y Almeida no quiere representarse en esa representación con el representante municipal. Los capitanes Almeida y Rosón se invitan mutuamente pero no acuden porque cuando se trata de una comidona no hay manera de que no parezca una comidona y Rosón está a régimen de comidonas para terminar con el régimen de comidonas implantado con Gabino de Lorenzo Ferrera y seguido, con ciego valor, por Agustín Iglesias Caunedo, anteriores alcaldes de Oviedo.
