Tres de cada diez reclusos fueron niños hiperactivos que no recibieron tratamiento por su trastorno de déficit de atención y acumulan además un largo historial de fracasos derivados de este desorden, en primer lugar el escolar, pero también el laboral y el de las relaciones de pareja. Estas sorprendentes conclusiones se contienen en un estudio realizado por un equipo de psicólogos de la Universidad de Oviedo que lanza algunas hipótesis inquietantes. En primer lugar, que el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) "puede directamente causar los comportamientos infractores". La segunda conclusión apunta al frecuente solapamiento entre el déficit de atención y los trastornos de conducta.

El estudio, que acaba de ser publicado por la revista brasileña "Psicología: Reflexão e Crítica/Psychology", establece que la prevalencia de este desorden es además hasta cinco veces mayor en la población reclusa que en la general. El profesor de Psicología Celestino Rodríguez Pérez, uno de los firmantes del trabajo, destaca que "los resultados evidencian la necesidad de estudiar este trastorno en los presos con el objeto de mejorar el abordaje terapéutico que reciben en los centros penitenciarios".

El grupo de trabajo realizó pruebas diagnósticas de cribado a 143 internos (133 hombres y 10 mujeres, de entre 18 y 69 años) que accedieron someterse a ellas de forma voluntaria y anónima. En 46 de ellos, aproximadamente el 30 por ciento, pudo confirmarse un trastorno por déficit de atención e hiperactividad. El porcentaje es alto si se tiene en cuenta que este trastorno tiene una prevalencia en la población general del 6 o el 7 por ciento. Los síntomas incluyen dificultad para concentrarse y prestar atención, para controlar la conducta e hiperactividad, es decir, actividad excesiva. Los tratamientos pueden aliviar muchos de los síntomas del trastorno, pero no existe cura.

La prevalencia de TDAH resultó ser, además, significativamente más elevada entre los reclusos divorciados, desempleados y, sobre todo, entre los que habían fracasado en la Educación Secundaria. De hecho, ninguno de los presos con este trastorno había conseguido terminar estudios universitarios.

La investigación, titulada "Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH): prevalencia y características sociodemográficas en población reclusa", saca a la luz la relación entre este desorden y la criminalidad. Para Rodríguez Pérez, podría haber una relación directa entre el trastorno y los comportamientos infractores. De acuerdo con el trabajo, y aunque las consecuencias a largo plazo de presentar TDAH en la infancia no están estudiadas en profundidad, claramente se observan sus consecuencias en la edad adulta. Así, Celestino Rodríguez subraya que "parece probado que sufrir este trastorno durante la niñez y no recibir tratamiento aumenta la tasa de participación en actividades delictivas y el abuso de sustancias, así como los problemas en las relaciones de pareja y en la búsqueda o mantenimiento de un empleo".

Por lo tanto, concluye este profesor del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, "se puede esperar que implantar intervenciones eficaces para tratar el TDAH en la infancia contribuya a disminuir el riesgo de sufrir problemas en la edad adulta.