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El curioso caso del gallo de las praderas americano da pistas para el ave cantábrica

La recuperación del gallo de las praderas de Norteamérica puede dar pistas a Asturias de cómo gestionar la conservación del urogallo. Los científicos explican que la especie, emparentada con la ave cantábrica, entró en crisis a finales del siglo XIX. Entonces, había más de un millón de ejemplares viviendo en las praderas de Illinois, pero la destrucción del hábitat redujo su población hasta los 2.000 en 1962. Alarmados por el declive, los responsables de gestionar el ave decidieron poner en marcha un programa de restauración del hábitat. En diez años multiplicaron por tres la superficie disponible, pero a pesar de ello la población del gallo de las praderas continuó disminuyendo hasta que en 1994 se estimó que sólo quedaban 46 aves. "Era evidente que solucionar el problema del hábitat ya no era suficiente para parar el declive, así que los gestores empezaron a considerar otros factores", cuenta Rolando Rodríguez. Los investigadores observaron que la fertilidad de la población había decrecido mucho, gracias a la recogida sistemática de datos durante varias décadas. "En 1990 sólo 4 de cada 10 huevos llegaban a eclosionar, un síntoma habitual en pequeñas poblaciones con problemas de endogamia. Para solucionarlo, se optó por importar aves a partir de poblaciones de mayor tamaño ubicadas en Minnesota y Kansas. El resultado fue muy rápido. Sólo cinco años después, 9 de cada 10 huevos eran fértiles", explica Rodríguez, que cree que este sistema de funcionamiento sería perfectamente aplicable en Asturias.

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