Como problema añadido, los vagones tenían un traqueteo continuo, insufrible. Su propia hija se mareó dos veces y vomitó. Sin personal a bordo, tuvo que limpiarlo él mismo a medias con el escaso papel que pudo encontrar. "Me vuelvo a Madrid mañana (por hoy) a las siete y media, y temo lo que me pueda encontrar. El servicio está mucho peor que antes", considera.