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Asturama | Los rostros de la noticia

La unión hace la fuerza en Campiellos

Los vecinos de la localidad coyana impulsaron a principios del siglo pasado una central eléctrica, un salón de baile, una biblioteca, una ferrería, un telar y un molino para uso común

Juan José González, a la puerta de la casa en la que nació, en Campiellos, con una foto de sus hermanos y familia. ANA PAZ PAREDES

Juan José González González, que cumplirá 82 años en diciembre, es la memoria viva de su pueblo, Campiellos, una localidad de Sobrescobio cuyos vecinos han hecho historia por su unión a la hora de trabajar por el bien común y por el progreso de su pueblo. Es posible que otros tantos pueblos asturianos vivieran situaciones similares en aquellos tiempos, pero no siempre hay la suerte de contar con alguien que lo recuerde, como es el caso de Juan, y muchas veces todo aquello que fue se pierde en el olvido.

Este vecino del pueblo coyán, donde durante años regentó, primero, el bar de su madre y, luego, el suyo propio, que abrió en la parte baja de su casa, recuerda con orgullo sus raíces y, sobre todo, lo que le contaban su padre, Manuel González, y su suegro, Laureano García. "Ya a principios del siglo XX los vecinos formaron una sociedad para trabajar por el pueblo. Construyeron un molino donde los socios recogían la harina de maíz, trigo o escanda. Por entonces llegó un señor de Cuba con mucho dinero y propuso hacer una central eléctrica. Él puso parte del dinero y el resto lo escotaron los vecinos. Trajeron unas máquinas muy buenas. Se pusieron manos a la obra y se levantó en Los Aceales, donde está ahora el pantano que la cubre. Sería por los años 30 o así. Traía tanta corriente que iluminaba el pueblo entero y como sobraba energía el paisano les animó a vendérsela a los pueblos de La Marea e inclusive Infiesto, en Piloña. Tiraron una línea por el monte y así les llegaba la electricidad", recuerda Juan José.

Antes de la Revolución del 34 era Campiellos "un pueblo muy rico gracias al trabajo en común de sus habitantes. Había una cooperativa con ferrería y tienda de ultramarinos y en otra casa, un salón de baile y una biblioteca", continúa este vecino, pero cuando llegó la Guerra Civil "les volaron la central, que quedó totalmente destrozada". Aquellos sucesos provocaron que también se rompiera la unión entre ellos. Pero una vez superada la contienda civil, los vecinos volvieron a trabajar en modo cooperativo y levantaron de nuevo la central. "Un señor de Infiesto, Antonio Argüelles, puso la mitad del dinero y otra vez los vecinos pagaron el resto", cuenta Juan José. "Lo cierto es que la obra estaba condenada. Dos años después una riada se llevó por delante parte de ella", continúa.

También hubo en Campiellos dos ferreros, un telar, una serrería donde se serraba a mano y una tejera bajo la peña a la que cada cierto tiempo acudían los tejeros. Ese espíritu asociativo se mantiene vivo hoy gracias a la asociación cultural recreativa "La Peña la Xamoca", formada por unos 160 miembros, pese a que en el pueblo sólo quedan 12 casas abiertas y unos 28 vecinos, número que aumenta considerablemente en fin de semana con la llegada de familias que han rehabilitado casas. "Nos reunimos en las viejas escuelas, y programamos todo tipo de actos", indica este coyán, mientras muestra con orgullo las fotos sobre la historia del pueblo. De Campiellos es oriundo el empresario asturmexicano Antonio Suárez, que todos los años ayuda a la celebración de las fiestas. "Este año pagó los fuegos artificiales, y menudos, ni los de Begoña en Gijón. Siempre que se le necesita, ahí está. Es muy buena persona, siempre lo fue. Un paisano de los que quedan pocos", dice Juan José, padre de Sonia González, quien junto con Tensi Carmona forman la comisión de fiestas de San Nicolás. Antes de finalizar la entrevista Juan José realiza una petición: "No se olvide de poner que la gente del pueblo le estamos muy agradecidos a Antonio Suárez".

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