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Un aplauso de liberación al jefe

Los concejales del PP de Oviedo vivieron con alivio la declaración de su portavoz tras un fin de semana "de locura" que pilló a Caunedo de viaje en Lisboa

La comparecencia de Agustín Iglesias Caunedo duró algo más de veinte minutos. Leyó una declaración preparada con mimo por sus colaboradores y después se expuso a las preguntas (no rehusó ninguna) de los periodistas, que fueron los únicos con permiso para entrar allí, en la pequeña sala del hotel NH Principado donde se celebró el acto.

Intentaron acceder también asesores de Ciudadanos y de Somos pero se les prohibió la entrada, custodiada en todo momento por concejales del PP. Porque Caunedo no estuvo solo ante el peligro. No. Le acompañaron ocho de los diez compañeros concejales que tiene. Sólo faltaron dos: Elisa Fernández y Eduardo Rodríguez, que estaban "trabajando", según fuentes populares.

Los ediles del PP siguieron la declaración de su jefe de pie, detrás de las cámaras, echados a un lado. Caunedo les miraba cuando quería enfatizar algo, como si lo hubieran estado preparando con minuciosidad. De hecho así fue: hasta la misma mañana de ayer. Que aquello les gustaba quedó patente al final, cuando los concejales le dedicaron un aplauso de aprobación, mitad alivio, mitad satisfacción.

Los ediles populares cerraron filas en torno a su jefe. Salieron del hotel y, todos juntos, se fueron a tomar un café al primer sitio que encontraron abierto. En la terraza, a la vista de las cámaras, unidos. Preguntados por la intervención de su jefe, contestaban con otra pregunta. "¿Cómo lo viste tú?". Y se remitían en todo momento al aplauso.

Porque, aunque no lo admitieron públicamente, el fin de semana para ellos también fue "una locura". Caunedo recibió la noticia el viernes en Lisboa, donde se había desplazado junto a su familia en un viaje de regalo a su madre.

Desde ese momento, la actividad telefónica y vía Whatsapp fue "frenética".

El viernes lanzó un comunicado a la prensa. Y el domingo, con la aparición de las fotografías, otro. Ambos fueron más o menos parecidos. Entre medias, "desconcierto" según algunos concejales, "tranquilidad absoluta", según otros. Porque desde el viernes hubo ediles populares que ocultaron su inquietud bajo una sonrisa nerviosa y los hubo que con un gesto de resignación lo dijeron todo.

"El chaparrón", como lo calificaron algunos, se volvió especialmente intenso el lunes a partir del medio día, tras las declaraciones de Mercedes Fernández, presidenta popular, que sentaron más mal que bien. La comparecencia de ayer de Caunedo no es fruto de las declaraciones de Fernández, sino que estaba pensada desde el domingo, un día antes. De hecho, contó Caunedo que se lo transmitió a la presidenta ya el domingo, en su "única conversación" entre ambos, dijo, desde el viernes.

La declaración que leyó ayer se terminó de matizar el lunes por la noche. Sólo la conocían sus colaboradores más cercanos y algún que otro concejal. Hubo whatsapps y llamadas a última hora en busca de balones de oxígeno que aliviaran un poco la comparecencia, que finalmente llegaron desde Avilés con la declaración de alguien del "entorno" de Joaquín Fernández. El presunto conseguidor avaló la tesis de su amigo Caunedo, versión que también usó el líder popular para defenderse en su comparecencia leída.

Al filo del medio día, después de que "pasara todo", las caras de los concejales populares transmitían más relajación. La sensación era de que el primer "match ball" se había superado y ninguno quería oír hablar ni de dimisiones, ni de decisiones drásticas ni de nada por el estilo. Saben que los partidos de la corporación tienen munición y que hay mucho sumario del que tirar, pero saben también, o eso creen, que el sumario "es igual para todos". Así que, como dijo uno de ellos, "hay que seguir". Quizá entiendan que la clave puede ser esa: seguir.

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