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La nueva economía rural Las cooperativas (11)

Los carniceros sacan pecho

La Cooperativa Gijonesa de Expendedores de Carne, con 108 años de historia, defiende su elaboración artesanal en respuesta al estudio "alarmista" de la OMS

Los carniceros sacan pecho

"Primero fueron las vacas locas, después la crisis y ahora el informe de la OMS. Los carniceros reciben palos de continuo. No vendría mal un poco de apoyo". Lo dice José María Cotelo, gerente de la Cooperativa Gijonesa de Expendedores de Carnes, una de las uniones agroalimentarias más antiguas de Asturias. En concreto, 108 años. La clave del éxito, señala Cotelo, es la modernización y el esfuerzo. De hecho, desde hace meses la organización se ha lanzado a elaborar su propia línea de productos: morcillas y chorizos "cien por cien naturales". Por si fuera poco, ha empezado a comercializar carne de cerdo, aprovechando el cierre del Matadero Central de Noreña. "Creíamos que ahí había un hueco y apostamos por ello", comenta con la idea de crecer.

En la actualidad, la cooperativa cuenta con 118 socios, la mayoría de ellos de Gijón. El sector no pasa por su mejor momento debido a la bajada generalizada de ventas. Pese a ello, pocas carnicerías han cerrado sus puertas en los últimos años. José María Cotelo indica que les han salvado los elaborados y la atención personalizada. Prueba de ello es que hoy se hacen hamburguesas de todo tipo: carne, cecina y queso de cabra, ternera y piña, pollo y pasas... Además, hay multitud de recetas de cachopos y productos innovadores como las piruletas, hechas a base de carne picada y bacon. "Cada vez es más importante ir al detalle y hacer productos a la carta. Es la única manera que tenemos de competir con los grandes almacenes y de superar la crisis", opina.

Cotelo sostiene que la principal lucha que mantienen los charcuteros es contra los supermercados de tamaño medio. "Los jóvenes, muchas veces, por las prisas, se decantan por comprar en los centros comerciales. Pero la calidad no es la misma. Las pequeñas tiendas elaboran un producto totalmente artesanal, sin aditivos", indica. Además, utilizan materias primas de calidad. Por ello, Cotelo quiere pensar que la Organización Mundial de la Salud no mete en el saco a este tipo de carniceros. Sin embargo, reconoce que el informe hace daño y desmoraliza al gremio. "El estudio me parece muy alarmista. Es cuestión de sentido común. Ya se sabe que cualquier alimento que se consuma de forma excesiva es malo. Pero eso pasa con la carne, con el pescado y con todo en general", insiste.

Según aseguran los propios charcuteros, esta vez el mensaje de la OMS -alerta sobre los riesgos cancerígenos de consumir carne transformada- no caló demasiado en la sociedad. "La gente ya pasa de estos estudios, prueba de ello es que las ventas no bajaron", asegura. Los asturianos siguen consumiendo igual que siempre carne. Una carne, cuyo precio lleva estancado desde hace más de una década, según denuncian los carniceros. "Por nueve euros, te llevas un kilo de carne guisada a casa. Su valor está muy bajo y los ganaderos así no pueden seguir. ¿Pero quién se atreve ahora a subir los precios? Hoy se ajustan mucho los márgenes", reflexiona. Sin embargo, un aspecto bueno que generó la crisis fue la llegada de jóvenes al sector, clave para su pervivencia.

La Cooperativa Gijonesa de Expendedores de Carnes vivió épocas mejores, puesto que hace años mantenía una colaboración muy estrecha con el matadero de Gijón. Hasta el punto de que había trabajadores comunes a ambas empresas. Hoy la realidad es bien diferente y son un centenar de profesionales los que siguen apostando por el espíritu cooperativista. "El sentido de unión en Asturias está muy flojo. Y eso que es la única forma de sobrevivir, sino con el tiempo lo veremos. El futuro depende de la asociación", sostiene.

En este sentido, José María Cotelo sugiere la creación de una unión más amplia del sector, que integre a todas las organizaciones agrarias y alimenticias de la región. En el Principado existe el antecedente de Campoastur -es resultado de la unión de siete cooperativas de la zona central y occidental-, pero los carniceros proponen un proyecto más ambicioso, que no suponga la pérdida de identidad. Plantean en definitiva crear una central de compras, en la que cada cooperativa pudiese dar salida a sus productos: pienso, embutido, carne, verduras, quesos... De esta forma se potenciaría la venta directa, esencial para que el productor obtenga un mayor beneficio económico. Para conseguirlo, los carniceros reclaman a la Administración regional más ayuda y promoción de los productos autóctonos. "En nuestro caso, el Principado no apoya para nada el consumo de carne y es una pena, porque la calidad es extraordinaria", concluye Cotelo.

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