Los Bomberos de Asturias no cesan en su empeño de que, ya que no son escuchados en sus quejas, al menos se les vea. El pasado jueves, aprovechando la sesión mañanera de Pleno en el Parlamento asturiano, uno de ellos se prendió fuego a lo bonzo. Ayer escenificaron su dolor, su particular pasión y crucifixión en confluencia de la calle Fruela con Marqués de Santa Cruz. De fondo, el palacio que ocupa la Junta General del Principado; al lado, la plaza de la Escandalera. Era media mañana. Ver se les vio, de eso no cabe duda. Y también se oyeron y vieron reacciones de todo tipo entre un público variopinto y de todas las edades: desde la que se ajustaba las gafas para ver mejor, la que exclamaba "¡vaya tabletas!" o hasta las abuelas de avanzada edad que encontraron la escena de lo más ofensivo.

Decenas de bomberos se concentraron de nuevo ante la Junta General para reclamar mejoras en la organización, que se cubran las plazas vacantes y condiciones laborales más favorables para los profesionales de este servicio público. La protesta se acompañaba de una pancarta en la que se podía leer: "El PSOE nos quema". Varios de los manifestantes llevaban caretas con la fotografía del gerente del Servicio de Emergencias del Principado, Antonio del Corro, mientras otros sostenían carteles en los que se pedía su dimisión.

Unos atléticos bomberos empezaron a despojarse de la parte superior de su ropa, y aumentó el público. Después se procedió a la "crucifixión" de uno de ellos, y entonces dos compañeros, motosierra en mano, simularon cortarle. La "sangre" salpicaba los torsos desnudos mientras en la Junta General el consejero de presidencia, Guillermo Martínez, negaba que hubiera merma de los derechos laborales, o que existan 40 vacantes en el servicio. Eso sí, admitió que puede haber, de forma intermitente, entre 10 y 12 bajas que no se cubren y que es necesario evitar que se produzcan esas carencias, para lo que se estudia crear una bolsa de trabajo.

Lucía Montejo, diputada de Podemos, enseñó al Consejero una fotografía del bombero crucificado y le instó a salir de la Cámara y hablar con los manifestantes, para intentar restablecer "unas relaciones cordiales, aunque haya diferencias de opinión", con el colectivo.

Algunos viandantes mostraron su sorpresa ante la original protesta, y algunas mujeres de edad avanzada expresaron su malestar por lo que consideraron una ofensa. Fuentes eclesiásticas, sin embargo, no vieron ánimo de ofensa, "sino de expresar un dolor". Sería tanto como escenificar la popular expresión ¡Ay, qué cruz! para explicar un sentimiento, señalaron. Hubo otro público, femenino, que no expresó ni mucho menos malestar. Lo que se veía estaba "muy bien". Es más, alguna volverá el próximo jueves. A ver qué más se puede ver.