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JOSÉ IGNACIO ÁLVAREZ SÁNCHEZ | Expresidente de la Audiencia Provincial de Asturias

"Los tribunales siempre defendieron a los particulares frente a la banca"

"El lío de Cataluña, desde un punto de vista jurídico, está perfectamente claro: lo que están haciendo es inconstitucional y hay poco que discutir"

José Ignacio Álvarez Sánchez, en una sala de vistas del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA). MIKI LÓPEZ

José Ignacio Álvarez Sánchez se despide de la carrera judicial, pero sólo oficialmente, porque continúa acudiendo a la Audiencia Provincial, estudiando y leyendo, porque "los recientes cambios legislativos han sido tan abrumadores que no da tiempo a estudiarlo todo", asegura. Como su padre, José Álvarez Domínguez, que fue presidente de la Sala de lo Civil de la Audiencia, miembro de la Asociación Asturiana de Jurisprudencia y que permaneció en activo hasta los 80 años, el expresidente de la Audiencia asegura que "aún tengo para rato". Sus compañeros organizan estos días una multitudinaria comida para despedirle por su jubilación. Será el próximo día 20 en Oviedo, y ya han confirmado su asistencia más de un centenar de personas.

-¿Era necesario realizar tantos cambios legislativos todos a la vez?

-Ha sido tan abrumador que es imposible conocerlos ya en profundidad, teniendo en cuenta que los magistrados también tienen que seguir atendiendo sus asuntos. Pero les ha afectado también, y mucho, a los opositores, que se han encontrado con que muchas cosas que han estudiado no sirven y tienen que volver a empezar. ¿Era necesario? Pues mire, el Código Civil data de 1889 y se han incorporado numerosas reformas porque la sociedad evoluciona y con ella la legislación. Pero hay cuestiones que siguen vigentes y funcionan.

-El sistema judicial es muy criticado. ¿Cómo calificaría su funcionamiento en Asturias?

-Espléndido. Tenemos unos jueces fantásticos, con una gran formación. Es cierto que el ámbito de jurisdicción es una sola provincia, pero hay otros uniprovinciales y los resultados de Asturias son mejores. También favorece que hay mucha estabilidad en el destino.

-¿Hay suficientes jueces en Asturias?

-El número es el adecuado. El problema continúa siendo el reparto. Hay jurisdicciones en las que están saturados de trabajo y otras en las que se podría atender una mayor demanda. Es que el reparto está obsoleto, es del siglo XVIII.

-¿De quién es la responsabilidad?

-Del Ministerio. Hubo un intento de modificarlo hace un par de años, pero se paró. Aun así, Asturias es un paraíso también para la judicatura, si exceptuamos las carencias en infraestructuras y en medios informáticos.

-Usted lleva veintiséis años en la Audiencia Provincial. ¿Cuál fue el peor momento?

-La peor situación que recuerdo... Mire, había una tradición que era que al último que llegaba a la Audiencia se le asignaba vigilancia penitenciaria. De aquellas aún no existía el centro penitenciario de Villabona, sino las antiguas cárceles de Oviedo y Gijón, y cada dos meses había que ir a escuchar las peticiones de los reclusos. Un funcionario se quedaba fuera, en el pasillo, a la puerta, y el juez recibía en un cuarto pequeño, con una mesa y dos sillas. Pues de aquella yo estaba en penal y había puesto una sentencia condenatoria por una violación. El día que fui a la prisión, una de las personas que habían solicitado audiencia era el condenado. Pero, ¡le habían notificado el fallo cinco minutos antes! Aquel día pasé miedo por si me agredía. Tenía aquellas venas hinchadas en los brazos, me miraba fijo... Sí, tuve miedo, sí.

-¿Y el mejor?

-Sin duda los compañeros. Han sido fantásticos.

-Ahora que ya está fuera de la carrera judicial, ¿cómo ve lo de Cataluña?

-Ese lío, desde el punto de vista jurídico, está perfectamente claro: es inconstitucional. Hay poco que discutir ahí.

-En materia civil, su especialidad son los arrendamientos y propiedad horizontal (comunidades de propietarios). ¿Se aprovechó la banca en los tiempos de bonanza?

-Los tribunales siempre defendieron a los particulares frente a la banca. Pero mire, cuando yo compré mi casa, en los años 80, te daban de hipoteca como mucho el 30% del valor del piso. Luego se llegó al 100% y subía hasta el 110% o el 120% para que metieras los muebles, el coche... Uno tiene que saber qué puede pagar y qué no. La economía es cíclica, y estaba abocado a que ocurriera lo que ocurrió.

-¿No se engañó a la gente?

-A unos sí y a otros no. El problema fue que los depositarios intentaban obtener mayor rentabilidad y los bancos buscaron fórmulas. De ahí salieron todos esos nuevos productos, como las preferentes, las derivadas, los swaps (permutas financieras)...

-¿Y las cláusulas suelo de las hipotecas?

-El problema es que no se explicaron bien las cosas, suficientemente. Los interesados deben conocer el alcance de lo que firman, y no siempre ocurría eso.

-¿Usted quiso ser juez para seguir los pasos de su padre?

-Sí, sin duda. Nací en Tuy porque fue el primer destino de mi padre. De allí vinimos a Pravia, Pola de Siero y cuando tenía 8 o 9 años vinimos a Oviedo. En esa época sólo había aquí dos jueces: mi padre y Mariano Rajoy, el padre del actual presidente del Gobierno.

-¿Conoce a Rajoy?

-No creo que él se acuerde de nosotros porque era muy pequeño. Alto, pero pequeño. Le llamábamos Marianito y pasaba mucho tiempo en nuestra casa. Me acuerdo de que lo llevamos con nosotros alguna vez al hípico a San Lázaro. En aquella época los dos jueces y el personal del Juzgado iban los fines de semana a trabajar. Fue allí donde conocí al que hoy es el Presidente. Pero de eso hace mucho. Luego la vida... me casé con María, tuve seis hijos...

-¿Seis?

-Sí, seis. Eso sí que se merece una condecoración, ¿verdad?

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