La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un carné para exterminar caracoles

"Algunos mayores suspenden, porque tienen que hacer reglas de tres", dicen los evaluadores de los exámenes sobre plaguicidas, obligatorios para los agricultores

Rosa López y Germán Portal, junto a sus plantaciones. MIKI LÓPEZ

Pregunta: Queremos aplicar un fungicida líquido y la etiqueta nos dice que la dosificación debe de ser de 50 centímetros cúbicos de sustancia activa por cada 100 litros de tratamiento. Si vamos a emplear 200 litros de caldo, ¿cuántos centímetros cúbicos de sustancia tenemos que emplear?

Este es uno de los problemas que los abuelos tienen que resolver para poder fumigar su huerta. La normativa europea obliga a partir del día 26 tanto a usuarios como a vendedores de productos fitosanitarios a sacarse un carné de manipulador de plaguicidas. Los agricultores tachan la medida de "absurda" e "incongruente". Sobre todo, porque exige a los más veteranos a hacer cursos de como mínimo 24 horas. Nicolás Lozano, gerente de UTECO Asturias y veterinario, asegura que a los mayores les cuesta bastante pasar los test. "Tienen que hacer reglas de tres para calcular las dosis y algunos suspenden", señala Lozano, que imparte la materia fitosanitaria por toda la región.

Esa materia es "extensa" y está compuesta por una docena de temas: plagas, riesgos para el medio ambiente, métodos de control, equipos de aplicación, limpieza, productos ilegales... "Esto es un follón, los paisanos no paran de quejarse. Y no me extraña, la gente mayor no va a ponerse ahora a hacer reglas de tres", opina Agustín Menéndez, gerente de la cooperativa Cunalpinar de Grado. En sus instalaciones llevan todo el año dando cursos. El próximo será el día 30 para veinticinco vecinos y la lista de espera ya supera el centenar. "La mayoría de ellos se tirarán atrás en cuanto les expliques todo el telar", dice Menéndez. Y el telar es ir a clase durante dos semanas para saber cómo exterminar caracoles. "Llevo toda la vida sembrando y me parece ridículo que ahora pidan un carné", protesta José Luis Fernández, de Somiedo, que ha decidido tirar los plaguicidas a la basura para evitarse quebraderos de cabeza.

Quienes han optado por sacar la licencia aseguran que "no vale para nada". Es el caso del moscón Jesús Bedia, al frente de una ganadería de caballos. "Hice el curso hace dos o tres años y no sirvió de nada. No te vas a poner a hacer cuentas cuando en la tienda ya te indican las cantidades que tienes que utilizar", explica Bedia. Lo mismo opina Carlos Estrada, que a estas alturas ya no sabe ni dónde tiene el carné. "Para lo poco que sulfato, no lo necesito", apunta. José Antonio Tamargo, por su parte, todavía no ha recibido la licencia, "cuando hace casi un año que hice el curso". "Todos mis compañeros están igual y en su momento se habló de que a los del año anterior también les pasaba lo mismo", protesta.

El director técnico de la cooperativa Campoastur, Javier Fernández, admite que para las personas mayores, las clases sobre fitosanitarios son "complejas". Pero añade: "Ahí está la ley y nosotros no podemos hacer nada". Los abuelos que se nieguen a sacar el carné de manipulador a partir de ahora sólo podrán comprar los plaguicidas que se vendan bajo el símbolo de jardinería. Esos productos tienen un 21 por ciento de IVA, son menos efectivos y contienen menos sustancias que los tradicionales.

"El paisano con huerta de toda la vida está acostumbrado a comprar grandes cantidades. Y para ello necesitan carné, porque son catalogados de uso profesional. Dentro de la gama de jardinería sólo entran los botes de medio litro y los sacos de medio kilo", explica Nicolás Lozano. Además, apunta Agustín Menéndez, el contenido de los envases que no requieren una licencia es "más flojo", puesto que casi no produce efectos en las plantas, y la variedad de productos es en estos momentos "escasa".

Compartir el artículo

stats