La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

A Divinis

Obispo de abrigo y "fresco como una lechuga"

Un traje eclesiástico comprado en Roma, en una visita con Sanz Montes al Papa Francisco

Cuando el 26 de abril de 2013 se hizo público el nombramiento de Juan Antonio Menéndez como obispo auxiliar de Oviedo, al sacerdote moscón se le impuso inmediatamente la vitola de haber sido la primera designación episcopal en España del Papa Francisco, que había sido elegido Pontífice 43 días antes. Esto significaba que Menéndez debía de encajar en el molde que Bergoglio había repetido todo ese tiempo: quería "pastores con olor a oveja" (más adelante añadiría que los obispos no deben oler a queroseno, de tanto viajar en avión). Evidentemente, ese día de su nombramiento era obligado preguntarle por su olor pastoral y respondió: "Si no huelo a oveja, al menos huelo a parroquia".

En efecto, era su mejor aval, ya que había sido muy apreciado en el pasado como párroco de Cangas de Narcea y de Teverga. Su buena relación era con el pueblo y también con los sacerdotes de la zona, razón por la que el entonces arzobispo, Gabino Díaz Merchán, le designó vicario episcopal del Oriente y después vicario general del arzobispado. Cuando Merchán se jubila, el nuevo titular de la diócesis, Carlos Osoro, le mantiene en este último puesto y a la vez le envía a obtener por libre la licenciatura en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca, que logra en 2005.

Esa decisión parecía orientar el futuro de Menéndez en un cierto sentido, ya que los canonistas son por excelencia carne de curia. No obstante, fue a la vez párroco de San Antonio de Padua (Oviedo) y vicario episcopal para Asuntos Jurídicos, un nombramiento que le llegó en 2011, justo después de que el nuevo arzobispo, Jesús Sanz Montes, trajera de Madrid a Jorge Juan Fernández Sangrador para nombrarle vicario general de la diócesis. Las buenas y antiguas relaciones entre Menéndez y Sangrador favorecieron la designación del primero, que iba a servirle de apoyatura al segundo, neófito en materias curiales. Estos movimientos apuntaban a que Sangrador, hombre con buena formación intelectual e inquieto con respecto a la cultura del siglo, sería promovido en el futuro a obispo.

Pero el nombramiento le llegó a su buen amigo, que en parte podía ser encuadrado como mitrado bergogliano (cercanía pastoral), pero en otra no encajaba del todo, dada su trayectoria curial y canonística. Ya en el terreno diario, Juan Antonio Menéndez se ha confirmado como un obispo de abrigo, auxiliador y leal con Sanz Montes, aplicado fuera de Asturias a diversas encomiendas (alguna del Vaticano y respaldada por Francisco). Pero frente al estilo bergogliano de dar una campanada de alcance cada vez que habla o actúa, Menéndez ha sido más bien hombre discreto. Y más caminante que volador. Por ahora, la ambición no le ha hecho mella y se condujo con asumida y serena condición de segundo.

El referido día de su designación, Juan Antonio Menéndez comentó en un aparte: "¡Vaya!, con lo mal que estoy ahora mismo de dinero y tengo que comprarme el traje de obispo". Se refería a la vestimenta ceremonial, que efectivamente adquirió pocos días después en Roma, al visitar con Sanz Montes a Francisco, que le dijo con invariable acento lunfardo: "Le veo a usted fresco como una lechuga". Ahora, se va con su abrigo camino de Astorga.

Compartir el artículo

stats