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El cambio climático amenaza con 6 grados más a la Asturias seca de fin de siglo

Ricardo Anadón, autor de un estudio sobre el problema, alerta de un giro "en todos los ámbitos" y lamenta el desinterés de las instituciones

El cambio climático amenaza con 6 grados más a la Asturias seca de fin de siglo LUISMA MURIAS

La Cumbre del Clima se presenta mañana en París precedida de los negros nubarrones de las malas noticias. La Organización Meteorológica Mundial acaba de certificar que 2015 ha estado seis meses por encima de las cuatrocientas partes por millón en volumen de CO2 en la atmósfera, justo la barrera que se esperaba no tener que medir nunca, y que la Tierra ha batido por 0,12 grados su récord de temperatura desde que hay registros. La capital francesa, convulsionada por los atentados del día 13, recibe en situación de emergencia; el planeta, también. Para Ricardo Anadón, catedrático de Ecología jubilado y coordinador del extenso estudio sobre el cambio climático editado en Asturias en 2009, la magnitud de la amenaza contrasta abiertamente con el desinterés por hacerle frente que él ha detectado desde que se divulgó la investigación.

El escenario de riesgo, tal y como lo caracterizan los expertos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, dibuja un futuro en el que Asturias tendría, de prolongarse los niveles actuales de emisiones, entre cinco y seis grados más de temperatura media en el último tercio de este siglo y entre un treinta y un cuarenta por ciento menos de pluviosidad. Las emisiones no han remitido, los cinco grados han de sumarse al récord de temperaturas medias que las ciudades asturianas también van camino de superar este año y la visión del porvenir asusta con "una situación climática totalmente diferente", abunda Anadón, con un impacto que va mucho más allá del clima, que amenaza con cambiar también la economía, las fuentes de riqueza y los modos de vida y que advierte de la llegada de una Asturias distinta, y de "repercusiones negativas en casi todos los órdenes de la vida". "Aunque no nos demos cuenta", reincide Anadón, "todos respondemos al condicionante climático y un cambio tan drástico en este terreno puede tener efectos severos en todos los ámbitos". De los cultivos que hoy son preponderantes a los recursos económicos dominantes, de la imagen física de Asturias a la posibilidad de una explotación turística distinta, "el conjunto de la economía tendrá en todo el planeta un problema severo y por eso hace falta prepararse, analizar estas cuestiones con los mejores medios que tengamos".

Justo lo que no se está haciendo. El catedrático responde "poco" a la pregunta por el efecto de la llamada de atención que aquel panel de expertos efectuó hace seis años en Asturias. Lamenta que "lo que decía el estudio apenas ha sido tenido en cuenta", pero enseguida recuerda que "también es frecuente que en España los informes científicos no se adopten como referencia para la toma de decisiones". Aquellas previsiones, cuya crudeza se reproduce con los años, quedaron como un hito de análisis teórico sin efectos sobre la sensación general de que la reducción de las emisiones no ocupa el lugar que debería en las prioridades de "los políticos, los empresarios y los ciudadanos". "O se introduce en la mente de todos la idea de que tenemos un problema que puede ser severo", alerta el experto, "o no va a tener solución". Hasta ahora, dice el juicio crítico de Anadón, "es posible que la gente esté concienciada, pero eso no se traduce en una acción". Y ni las instituciones ni los científicos, abunda, "somos capaces de organizarnos para crear equipos que analicen los problemas, proyecten las situaciones futuras y planteen las fórmulas para enfrentarse a ellas".

Un ejemplo. "El desarrollo urbanístico de Villaviciosa se ha ido a la zona inundable". Una elevación del nivel del mar de un metro se mete en la zona de más reciente construcción de la villa, alerta Anadón, que sitúa la peor previsión de ascenso de las aguas en ochenta centímetros al final del siglo, pero advierte de que estos cálculos se actualizan y suben con el tiempo, a medida que también se renuevan y recrudecen los datos sobre la temperatura del agua. El estudio de su equipo en 2009 también hacía referencia a "las posibilidades de pérdida de playas por la orientación de los temporales que prácticamente no se ha tenido en cuenta. Cuando vino uno enorme en 2014 y la gente se alarmó un poco, da la sensación de que la solución es regenerar lo que se ha estropeado y construir más muros para protegernos, pero sin analizar las posibilidades de regresión de los arenales".

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