La hemorragia demográfica asturiana, acostumbrada a encontrar un fondo más profundo en cada recuento oficial de habitantes, se llevó en los primeros seis meses de este año otros 5.394, el equivalente aproximado a la población del concejo de Salas, para empujar la cifra total cada vez más cerca del millón y detenerla provisionalmente a 1 de julio en 1.044.481 personas, al nivel que tenía en los últimos sesenta. De enero a junio, el ritmo medio de merma sale a treinta asturianos menos cada día para configurar el mayor descenso relativo del país en el periodo -un 0,51 por ciento- y la caída más amplia de la negra historia de la población del Principado en un semestre al menos desde los setenta.

Ese último dato de la cada vez más declinante demografía asturiana resulta, según el balance divulgado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), de sumar los 4.133 habitantes perdidos por la diferencia desigual entre nacimientos y defunciones con los 1.261 que deja en el camino la quiebra del otro sostén de la población, el saldo negativo del intercambio migratorio con otras regiones y con el extranjero.

El recuento a 1 de julio viene a confirmar que a las bajas tasas de natalidad y a la elevada mortalidad, esas que reservan para Asturias los peores números de España ininterrumpidamente desde los años ochenta, también se añade, sólo desde 2011, la pérdida por motivos migratorios, el incremento de las salidas, la disminución de las llegadas y su corolario en un panorama demográfico cada vez más preocupante. Hasta hace cuatro años, los inmigrantes amortiguaban mínimamente la pérdida vegetativa. De 2011 aquí, la crisis también ha diluido aquel bálsamo por la aceleración del ritmo de salida de los españoles y el movimiento de retorno de los extranjeros.

En el último semestre analizado, la diferencia entre nacimientos y defunciones es incluso la tercera más negativa de España en términos absolutos, por encima de regiones pluriprovinciales mucho más extensas que el Principado y sólo rebasada por las de Galicia y Castilla y León, pero el retroceso aun se agrava más cuando se le añade el efecto de las migraciones. Dice el INE que no hay compensación suficiente para las cerca de 6.500 personas que abandonaron la región en el primer semestre del año, 2.012 al extranjero, 4.402 a otras comunidades. Después de restarles las llegadas, la caída migratoria de un solo semestre da 895 habitantes menos por los intercambios desiguales con otras regiones y 396 por el descenso en el canje dispar con el extranjero.

En las 4.402 salidas hacia el resto de España -a cambio, únicamente llegaron 3.147 personas- hay mayoría de nacionales. En las 2.012 huidas a otros países -sólo compensadas por 1.646 llegadas- destaca, sin embargo, sobre todo el efecto que siguen teniendo los extranjeros que abandonan el Principado, toda vez que seis de cada diez cambios de Asturias por otros países corresponden a nacidos fuera de España. A ese ritmo, no extraña que el volumen de la población foránea haya alcanzado el nivel más bajo de los últimos años. A 1 de julio de este año, residían en el Principado 72.612 habitantes nacidos fuera de España, nada que ver con el récord de casi 76.000 que arrojaba el balance en su nivel más alto, a mediados de 2012.