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Dos sectores golpeados por la recesión

Las fundaciones de la Construcción y el Metal sopesan cerrar sedes tras años de crisis

Las entidades, participadas por empresas y sindicatos, han sufrido un duro varapalo con el tijeretazo a las ayudas a los cursos de formación

Las fundaciones de la Construcción y el Metal sopesan cerrar sedes tras años de crisis

La precaria situación económica de las fundaciones del Metal y Laboral de la Construcción (FLC) ha obligado a ambas organizaciones a reducir en más de la mitad sus plantillas en los últimos años. De momento, tratan de aguantar con expedientes de regulación temporal de empleo, pero las previsiones apuntan a que el año que viene la situación no mejorará e incluso que puede empeorar. En sendos entes, referentes nacionales en la formación profesional continua y ocupacional en sus sectores, se plantea una profunda reestructuración que permita asegurar su supervivencia. Nadie descarta que haya que reducir más empleos y también cerrar alguna de sus sedes (en Asturias el Metal tiene tres y la Construcción, dos).

Los años de bonanza económica de las fundaciones del Metal y de la Construcción favorecieron un enorme crecimiento de ambas entidades para atender la demanda de cursos de los dos sectores fundamentales para la economía asturiana.

Las convocatorias de los cursos que ofertaban las administraciones públicas se convirtieron en la más importante fuente de ingresos, que se complementaba con el trabajo que se realizaba para empresas y organizaciones externas. De hecho, formadores de ambas entidades llegaron a dar clases teóricas y prácticas no sólo en otras comunidades autónomas sino también en otros países.

Esta intensa actividad propició también un crecimiento de la estructura interna de ambas fundaciones que en algún momento llegó a situarse en el centenar de personas. En el caso de la construcción, incluso a superar esa cifra.

Pero llegó la crisis, y si el sector de la construcción vio cómo se desplomaba no sólo la obra pública sino también la residencial, en el metal las carteras de pedidos empezaron a adelgazar y los números se empezaron a teñir de rojo. Simultáneamente, los ajustes en las administraciones públicas obligaron a duros recortes que, pese a los discursos de apuesta por la formación, se tradujeron en un tijeretazo a la principal fuente de financiación de las fundaciones.

Los primeros pasos se encaminaron a expedientes temporales de empleo a la espera de que la supuesta recuperación de 2010 hiciera virar el timón. Pero fue un espejismo. La crisis se transformó en una profunda recesión y hubo que tomar medidas más drásticas: reducir las plantillas. Igual que en cualquier empresa.

"No hubo ruido porque las cosas se hicieron bien, negociando con los trabajadores y buscando salidas dignas que perjudicaran lo menos posible a todas las partes", explicaron fuentes de ambos patronatos.

Por si el embate no hubiera sido suficiente, el Gobierno central decidió cambiar la legislación, lo que obliga a ambas fundaciones a salir al mercado a competir no ya para obtener ingresos complementarios, sino para mantener la actividad y no tener que cerrar sus puertas.

La Fundación Metal ya ha hecho sus pinitos y, al parecer, con éxito, impartiendo cursos a grandes empresas de la región y multinacionales. Pero los ingresos obtenidos aún no suponen ni una cuarta parte de lo necesario para asegurar su viabilidad. Este ente llegó a manejar un presupuesto de 9 millones de euros al año que, según su patronato, "se invirtieron convenientemente según el Tribunal de Cuentas". Esa cifra se redujo a poco más de 3,5 millones en este ejercicio y para el próximo volverá a reducirse.

La Fundación Metal encogió su plantilla en casi un 50 por ciento, para quedarse con los 35 empleados que tiene en la actualidad. En la Fundación Laboral de la Construcción se pasó de más de un centenar de personas a menos de 70, que se dedican fundamentalmente a la gestión de las prestaciones sociales (becas, minusvalías, paga de fidelidad, etcétera), cuyos ingresos están asegurados en el convenio colectivo con las aportaciones que hacen las empresas y los trabajadores del sector.

La incertidumbre tiñe el horizonte, porque en 2016 no se percibe que las cosas vayan a mejorar. Incluso puede ocurrir que empeoren en el primer semestre si no se activa la política formativa de las administraciones públicas y de las empresas. En cualquier caso, tanto la Fundación del Metal como la FLC saben que tienen que reestructurarse, acomodando su tamaño y estructura a la nueva situación, y también reorientarse.

Empresarios y sindicatos deben unirse para competir en el mercado si quieren mantener sus entidades comunes, ahora amenazadas por una situación económica que se prolonga ya más de ocho años.

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