A los optimistas siempre les quedará París. A los escépticos, el gran acuerdo multilateral de la Cumbre del Clima, con su histórica reivindicación de no permitir que las emisiones suban la temperatura del planeta más de dos grados, les deja un poco más fríos. Ricardo Anadón, catedrático de Ecología jubilado, observa un acuerdo "cogido con pinzas" y duda del apellido "vinculante" que llevan los compromisos de las naciones participantes. "Es un buen principio reconocer a gran escala que existe un problema severo", valora, "y que lo hayan firmado casi todos, y que se vaya a destinar dinero y a facilitar que los países pobres se incorporen a la lucha contra el cambio climático", pero el ejemplo de la oportunidad perdida en Kioto, donde "no se respetaron los acuerdos", incita a la prudencia. "Otra cuestión", objeta, "es quién va a poner esos 100.000 millones de dólares que se movilizarán para este objetivo, o cómo se distribuyen y a qué se dedican. Se han aportado los compromisos de reducción de emisiones de muchos países, pero algunos empiezan en 2030 y hasta entonces seguirán emitiendo. Hay que esperar a ver cómo se aplica y si se convierte en algo positivo o se queda en una decisión meramente decorativa".

Mirando el asunto desde Asturias, aquí importan sobre todo las repercusiones que los compromisos sobre la "descarbonización de la energía" pueden tener sobre la producción energética regional, altamente especializada en el carbón. El Gobierno del Principado dejó ya sobre la mesa de la cumbre parisina una demanda de financiación para las regiones que como ésta están muy expuestas al viraje que propone París y que necesitarán investigación y acción, apoyos a la I+D+i para la adaptación de su industria a los nuevos criterios medioambientales.

Anadón no puede dejar de hablar de ese futuro sin pensar en el inmediato, en las elecciones generales del domingo y en la certeza de que los bálsamos para esta transición energética dependerán de "la voluntad del nuevo Gobierno", asociada a "la de las empresas" e incluso a la de los ciudadanos. Ha hablado la consejera de Infraestructuras, Belén Fernández, de la necesidad de sacar de París un itinerario hacia "una transición climática justa y solidaria" que ahora depende de las urnas. De momento, en esta disyuntiva entre la defensa de la acción por el clima y la defensa necesaria del desarrollo industrial "España se ha comprometido a reducir las emisiones", subraya Anadón, pero más allá hay poca concreción. "Teniendo en cuenta que la captura de CO2 prácticamente ha desaparecido de las prioridades, y que se ha disminuido la financiación", afirma, "tampoco parece que sea una cuestión que este Gobierno se plantee".

Ayer, para dar algunas pistas sobre el rumbo que pueden tomar los acontecimientos, el PP valoró el compromiso de París por "ambicioso, justo y equilibrado" mientras la izquierda rechazaba de plano las conclusiones. En Asturias, el candidato de IU Manuel González Orviz cuestiona el convenio por dar cobertura a un modelo de emisiones que consagra un "tráfico de emisiones de CO2 que no resuelve el problema". Desde Podemos, la candidata al Congreso Xana Reyes lamentó asimismo que la Cumbre no haya concluido "con acuerdos vinculantes sobre la rebaja de las emisiones de CO2" y el grupo municipal de Somos Oviedo, que califica el compromiso de "decepcionante e insuficiente", afirma que usará su concejalía de Medio Ambiente para asumir las intenciones declaradas en el llamado "pacto de los alcaldes" y marcarse el objetivo de reducir un veinte por ciento las emisiones de CO2 de la ciudad hasta 2020, propósito al que destinarán una partida de 20.000 euros para la elaboración de estudios y proyectos.