El largo tira y afloja de la Cumbre del Clima desembocó el sábado en un convenio presentado con triunfalismo que no ha sido ajeno a la polémica.

¿Qué se acordó?

Cerca de doscientas naciones alcanzaron en París el compromiso de mantener el aumento de la temperatura media mundial "muy por debajo" de dos grados respecto a los niveles preindustriales y prometen hacer "todos los esfuerzos necesarios" para que no rebase los 1,5 grados.

¿Cuándo entra en vigor?

Se prevé que los compromisos del pacto sean adoptados en una ceremonia de alto nivel en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, el 22 de abril. Entrará en vigor previsiblemente en 2020, cuando lo hayan ratificado al menos 55 estados que sumen en total el 55 por ciento de las emisiones.

¿Cómo se aplicará?

El acuerdo adoptado es formal y legalmente vinculante, pero se pliega a las demandas de Estados Unidos, China o India -tres de los cuatro mayores emisores- y no otorga ese carácter a los objetivos nacionales de reducción de emisiones.

¿Cuántos lo rubrican?

De los 195 países que tomaron parte en la Convención del Cambio Climático, 187 entregaron sus compromisos nacionales de merma de emisiones contaminantes. Entrarán en vigor en 2020 y se revisarán al alza cada cinco años. Los estados que no hayan planteado sus propósitos deberán hacerlo para poder formar parte del acuerdo.

¿Hay sanciones?

No. Para suplir esta carencia, la cumbre parisina ha previsto un mecanismo de seguimiento del cumplimiento del acuerdo para tratar de asegurar que todo el planeta hace lo prometido.

¿Quién paga?

El acuerdo establece con pocas concreciones que "las naciones ricas" han de movilizar como mínimo 100.000 millones de dólares -unos 91.000 millones de euros- al año desde 2020. Uno de los destinos oficiales de estas partidas es la contribución a la adaptación al cambio climático de los países en desarrollo. El texto también anima a otros estados que estén en condiciones económicas de aportar a hacerlo voluntariamente.

¿Cuál es el gran objetivo a largo plazo?

Los firmantes se comprometen a conseguir en la segunda mitad de este siglo "un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos", lo que equivale a que no se puedan lanzar a la atmósfera más gases de los que el planeta pueda absorber por métodos naturales o por técnicas de captura y almacenamiento geológico.