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JOSÉ RAMÓN ALONSO | Neurocientífico y exrector de la Universidad de Salamanca, participó en un acto en Oviedo

"La Universidad lo está haciendo bien, es el invento más exitoso de la historia"

"España pasó del siglo XIX al XXI en 30 años, pero ese salto lo estamos perdiendo ahora: los jóvenes se van y los laboratorios se derrumban"

José Ramón Alonso, en la sede de la Universidad de Oviedo. NACHO OREJAS

Siempre que tiene oportunidad lo dice: "La Universidad es el invento más exitoso de la historia". El neurocientífico y exrector de la institución académica salmantina José Ramón Alonso (Valladolid, 1962) afirma que la fuga de cerebros españoles no es culpa de la Universidad, sino de "un sistema laboral que no es capaz de producir puestos de trabajo al ritmo suficiente". Alonso, que es catedrático de Biología Celular, conoce como nadie los entresijos del cerebro humano.

-¿Cómo funciona el cerebro?

-Yo siempre digo que es la estructura más compleja del Universo. Hemos aprendido mucho sobre él, y más en los últimos treinta años. Ahora tenemos unas posibilidades con las que antes no podíamos soñar. Pero seguimos teniendo muchas dificultades; no sabemos curar enfermedades como el alzhéimer o el párkinson. En el cerebro están nuestro pasado, nuestros recuerdos, nuestra forma de ser y también nuestro futuro. Es una herramienta maravillosa con una capacidad única.

-¿El ser humano es cada vez más inteligente?

-Cada nueva generación suma puntos en lo que conocemos como test de inteligencia. Es decir, que sí, somos más inteligentes. Tenemos dos evoluciones: una, la biológica, que va muy lenta, y otra, la cultural, que va exageradamente rápida.

-¿Cómo es el cerebro de un genio?

-No lo sabemos. Se estudió el de Einstein y nos encontramos con una sorpresa: las células gliales, que siempre se pensaba que estaban ahí de relleno. Fue la única diferencia marcada que encontramos. De todas formas, es posible que el cerebro de un genio sea idéntico al de cualquier otra persona. Hay que tener en cuenta que el que es muy inteligente en unas cosas suele tener problemas en otros ámbitos.

-¿Cómo responde el cerebro ante el miedo o el amor?

-El miedo es un mecanismo de defensa. Nos hace estar en alerta, ponernos en tensión y ver que hay dos salidas básicas: luchar o huir. Y sabemos las zonas del cerebro que intervienen en cada proceso. Si hemos pasado por algo malo, el cerebro nos hace recordar esa experiencia para avisarnos de que estamos ante un riesgo. Y con respecto al amor, es un tema que a mí me interesa y me divierte. Se pasan fases y la primera consiste en desconectar nuestro juicio. Probablemente porque cuando sentimos atracción por una persona nos cuesta mucho acercarnos, hay muchas posibilidades de hacer el ridículo y de obtener un rechazo. Sin embargo, nuestro cerebro, que normalmente es muy analítico, desconecta para que lo intentes. A partir de ahí experimentamos otros cambios: el corazón nos late más deprisa y sentimos, como se suele decir, mariposas en el estómago. Todo eso lo produce el cerebro, que nos está animando a encontrar a alguien con quien compartir la vida.

-¿Todas las cosas que recordamos son importantes?

-En verdad no sabemos qué recordamos. Hay cosas curiosas como la amnesia infantil. Nuestros primeros recuerdos están entre los 2 y los 3 años. Antes no nos acordamos de nada. Se piensa que es porque el cerebro está aún en formación. Luego están también las memorias falsas. Hay mucha gente que está convencida de que sucedió algo y resulta que es falso. Se pueden implantar memorias falsas. Y si nos comparamos con las máquinas, lo importante no es nuestra capacidad de recordar, sino de olvidar. Hay cosas que se nos quedan grabadas en la mente y no sabemos por qué. Al igual que si te estimulan recuerdas asuntos que no sabías que podías recordar. Y no sabemos si es que en esos momentos ciertas memorias despiertan o que estamos generando una especie de alucinación, un sueño.

-¿Qué retos tiene la neurociencia ahora mismo?

-Tiene muchos, pero para mí el más importante es el de las enfermedades neurodegenerativas. El número de personas afectadas por el alzhéimer es ahora mismo de decenas de millones. También me interesa mucho el autismo. Hemos dicho cosas terribles, como que las madres no querían lo suficiente a sus hijos. Y ahora sabemos que eso es mentira y que la enfermedad se debe a un mal desarrollo fetal. En mi laboratorio trabajamos con células madre para intentar reparar células y hay resultados verdaderamente espectaculares. Pero vamos con mucha prudencia, porque no queremos vender humo a la gente. Ya nos pasó que lo que funcionaba en un ratón luego no lo hacía en el cuerpo humano.

-¿Qué papel cree que debe desempeñar la Universidad en este escenario de crisis?

-La Universidad es el invento más exitoso de la historia. Hay un estudio que dice que desde 1521, cuando se dio la primera vuelta al mundo, se han mantenido hasta nuestros días ochenta instituciones con los mismos objetivos. Sesenta de ellas son universidades. Es decir, hemos sobrevivido a guerras, a la Inquisición... a todo. En estos momentos de paro, decimos todos los días que los jóvenes están saliendo de España. Y no nos damos cuenta de que esos jóvenes son contratados en Suecia, Inglaterra o cualquier otro país del mundo porque tienen un nivel de formación magnífico. El problema no está en la Universidad, sino en que nuestro sistema laboral no crea puestos de trabajo al ritmo suficiente. Yo creo que las universidades lo están haciendo realmente bien. Pero hay mucho desánimo. Quien lleva toda la vida en la investigación está viendo cómo ahora pierde financiación. Hay que hacer que las pequeñas y medianas empresas crezcan. A mí me llama la atención que las que tienen cinco empleados no pasen a tener después de unos años cincuenta. Y eso es clave, en otros países sucede.

-¿Cree que los empresarios tienen que hacer un esfuerzo para evitar que el talento español se esfume?

-Los empresarios inteligentes saben que lo más importante que tienen son sus empleados. Un mal empresario es el que piensa que puede obtener los mismos resultados con el personal más barato. Y luego hay otra cosa: yo le preguntaría a Amancio Ortega cuáles son sus planes de futuro. ¿Dejar a su hija una fortuna inmensa? Hay que buscar un proyecto personal. Yo le diría a Amancio Ortega: recupera el sistema industrial español. No compréis los zapatos en China, compradlos en el Levante. Ahora podemos ser competitivos en diseño, en materiales y no tener, por tanto, gastos en transporte. Es una pena que se hayan barrido sectores como el del juguete, el textil o el de los zapatos.

-¿Desde Salamanca cómo se ve la Universidad de Oviedo?

-Hay una empatía clásica, son universidades históricas y tenemos mucha colaboración. Yo creo que Oviedo se ve como una de las grandes universidades de España.

-¿A pesar de las encuestas?

-En las encuestas hay que pararse a ver si todos salimos a correr los 400 metros desde la misma línea de partida; o unos salen con los pies atados o con una mochila cargada de piedras a la espalda. Las universidades que ganan las encuestas están en Madrid y Barcelona. Y eso es porque allí es donde están los mayores parques científicos. Yo soy "cajaliano", pero Cajal, aunque investigaba en la cocina de su casa, tenía el mejor microscopio de la época. No hay milagros. Hay que ser honesto y decir que no todo es dinero, pero que una parte sí lo es. Nuestro país ha pasado del siglo XIX al XXI en treinta años. Pero ese salto lo estamos perdiendo ahora. Y esto no es como la luz: ahora la apago, mañana la enciendo y no hay ningún problema. La gente se está yendo y los laboratorios se están derrumbando. Si queremos una economía pujante hay que invertir en la Universidad.

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