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JOSÉ LUIS GARCÍA DELGADO | Catedrático de Economía Aplicada, exrector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo

"El divorcio será muy malo para Cataluña, pero desastroso para el resto de España"

"Al estar todas las fuerzas en minoría tendrán que agudizar la capacidad de negociación; se acabó el rodillo"

José Luis García Delgado, ayer, durante su conferencia. MIKI LÓPEZ

El catedrático de Economía Financiera y exdecano de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo José Luis García Delgado pronunció ayer en este mismo centro una conferencia titulada "España 2015: el año de los tres tests". La charla forma parte del ciclo conmemorativo del 40.º aniversario de esta Facultad asturiana.

-¿Cuáles son los tres tests de España?

-Se trata de un juego que se refiere a las tres pruebas que tiene España este 2015. Éste no es un año cualquiera, en el plano político vivimos un momento de tránsito, que no de segunda transición, sino de un cambio del bipartidismo hegemónico a un sistema en el que no hay mayorías abultadas para gobernar. Pasaremos del bipartidismo a un sistema de tetrapartidismo. El segundo test es el de la economía. Es un año importante también para ver si la recuperación que empezó en 2014 se asienta para dar paso a un periodo de expansión. El tercero de los tests tiene que ver con la integridad de España ante el independentismo catalán. Es muy difícil encontrar un año con tres exámenes tan fuertes para la sociedad española.

-¿Habrá dificultades para gobernar ante la fragmentación del mapa electoral?

-Pase lo que pase en las elecciones, la democracia ha salido ganando. Hay mayor afán de participación por parte de la sociedad, se está relegitimando la democracia representativa. Quienes estuvieron tentados a situarse al margen del sistema se han avenido a agruparse en torno a organizaciones pautadas. Hasta cierto punto, España es un ejemplo virtuoso de la democracia en Europa, no ha habido violencia ante la inmigración ni tenemos grupos xenófobos. En el juego del pluralismo político ha entrado gente que en principio estaba alejada del sistema. Y ahora entramos en una cultura del pacto.

-Todos los partidos hacen una llamada a los pactos en asuntos de interés general, ¿lo ve posible?

-Puede ser. Al estar todas las fuerzas en minoría tendrán que agudizar la capacidad de negociación. Se acabó el rodillo. La sociedad española está dando muestras de madurez y dinamismo y un afán participativo extraordinario. Se estima que la participación subirá en esta cita electoral siete u ocho puntos. Eso es fantástico para la democracia.

-¿Hasta dónde llegará el desafío independentista de Cataluña?

-Lo veo con inquietud. Ya no es momento de ocuparse sino de preocuparse. Dejar pasar el tiempo no ha hecho más que pudrir el tema. Fuera de Cataluña ha habido un pecado de omisión, no se ha entendido la importancia del problema. El Estado debería haberse responsabilizado porque no se trata de un problema de minorías y clases dirigentes sino que tienen un apoyo social extraordinario. Tal vez estemos hablando del problema político de mayor calado en España, y llama la atención que todas las fuerzas políticas lo hayan aparcado. El divorcio será muy malo para Cataluña, pero desastroso para el resto de España. Más allá del 20 por ciento es la principal puerta de entrada a España y fundamental para el desarrollo de las relaciones comerciales.

-En el capítulo económico, ¿se atisban signos de recuperación reales?

-Creo que la recuperación económica en este momento es firme, pero no debemos cometer el error de hace años cuando se hablaba que España iba a quedar al margen de la recesión. Los últimos trimestres de crecimiento sostenido ratifican que esa recuperación es real. Se están dando pasos hacia la fase de expansión, se han hecho los deberes y reformas que han ayudado a ello. La clase empresarial también ha realizado un esfuerzo importante.

-¿Considera necesaria una nueva reforma tributaria?

-Quedan cosas por hacer, una de ellas es la relativa al sistema tributario. También quedaría darle una vuelta de tuerca a la reforma laboral, que se está desfigurando a través de los tribunales. Es algo que deberían plantear ya las fuerzas políticas. Y unificar el mercado interior. Que haya una recuperación no significa que tengamos que bajar la guardia. Las secuelas de la crisis durarán en las cifras del paro y en desigualdades.

-Usted ha sido un hombre comprometido con la Universidad española desde diferentes cargos académicos, ¿qué opina del rumbo que ha tomado en los últimos años?

-Tiene muchos problemas, pero está mejor que la que yo me encontré en los sesenta. Se enseña más, mejor y con más medios, aunque se puede hacer un esfuerzo todavía por mejorar más e incorporar elementos de calidad y de excelencia. En Secundaria hace falta un pacto de Estado, no una reforma cada dos o tres años, porque eso crea muchas disfunciones. Una reforma educativa debe durar más allá de una generación.

-¿Qué repercusiones ha tenido la implantación de Bolonia en educación superior?

-El sistema necesita ir adecuándose a circunstancias concretas. Si se trata de implantar Bolonia con grupos de ochenta alumnos es imposible, que es lo que yo tengo. Ahí queda mucho por hacer.

-¿Debería mejorarse la financiación a la Universidad pública?

-Yo creo que ése es el camino que se está tratando de recorrer. Pero la Universidad debe revertir también su capacidad investigadora en muchos campos del saber, además de conectar mejor con la empresa. Las inversiones perdidas en investigación se recuperarán porque la sociedad española es muy consciente de que invertir en investigación es invertir en futuro. Todo lo que sea recortar en ese ámbito es como darse un tiro en el pie.

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