Tanta gente lo abrumaba después de tantos días de soledad. José Díaz, el empresario y fotógrafo ovetense que pasó cien días de soledad en una cabaña del Parque de Redes para grabar su experiencia en un documental, se reencontró en la mañana de este sábado con su familia y con dos centenares de amigos y familiares.

Todos subieron a verle -y a abrazarle- a un prado en las proximidades de la senda de los Arrudos, en Caleao (Caso). Allí les esperaba José, recién bajado de la cabaña donde se aisló desde el septiembre pasado y que se encuentra aún a una hora de caminata monte arriba.

José estaba cinco kilos más delgado y con una poblada barba que nunca le habían visto. La mayoría de ellos habían seguido sus peripecias de solitario en Redes a través del blog de la edición digital de LA NUEVA ESPAÑA, donde ha contado día a día la experiencia. José no hacía más que contener la emoción cuando se reencontraba con un amigo,familiar o vecino. Si de algo le han servido estos días ha sido para "filtrar" qué es importante en la vida. Cuando se encontró con su mujer, María José, y sus tres hijos, lo primero que les dijo fue que en la soledad se había dado cuenta de "lo mucho que los quería".

José y su famlia tenían prepara una fiesta singular a todos los que acudieron a recibirle: un concierto de un quinteto de cuerda y oboe que interpretó obras de Haydn, entre otros compositores. Era una doble celebración: el regreso de José "a la civilización" y también la celebración del solsticio de invierno. A partir de ahora los días empiezan a hacerse más largos.

Era ya el sexto concierto de celebración del solsticio, tanto de invierno como de verano, que José organiza en Redes. En esta ocasión tenía la emoción añadida del fin de una experiencia que acabará traduciéndose en un documental. El día fue espléndido. Una primavera a las puertas de las Navidades. En aquel paraje había de todo, menos soledad.