Expertos en incendios de la Guardia Civil investigarán el origen del más de centenar de focos que el pasado sábado convirtieron el Occidente de Asturias en un infierno y asediaron los parques naturales de Cangas del Narcea. Fuentes de la Benemérita explicaron ayer que "se está a la espera de que se den por extinguidos los incendios para poder trabajar sobre el terreno".

La Unidad Militar de Emergencias (UME), con un centenar de efectivos desplazados a Asturias, continuaban ayer en labores de "ataque directo a focos calientes" y vigilando, controlando y "refrescando" los que supuestamente ya estaban apagados, pero con riesgo elevado de que se pudieran reavivar por las condiciones climatológicas.

Las propias características de los incendios y las condiciones determinan quiénes serán los responsables de la investigación, que puede ser la Guardia Civil o el propio Cuerpo de Bomberos. Pero teniendo en cuenta las circunstancias y dimensiones de los incendios del pasado sábado, lo previsible es que sea la Guardia Civil quien se encargue, según confirmaron ayer fuentes del propio Instituto Armado.

Probablemente hoy se decidirá si es el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA), un equipo de la Policía Judicial o bien una unidad especializada de León quien dirija lo que probablemente será un trabajo coordinado.

Temor ante nuevos focos

Y es que, según explicaron fuentes de la UME, lo que ocurrió el pasado sábado "fue terrible y sorprendente", sobre todo por producirse en el mes de diciembre. "El operativo en esta época del año está preparado para emergencias por nieve, no para un incendio propio del verano. Hubo que cambiar todo para salir hacia Asturias".

Con 98 efectivos sobre el terreno y 31 vehículos, lo que se encontraron al llegar les obligó a ir adoptando decisiones con mucha cautela. "La situación era muy cambiante y compleja. La lluvia era intermitente y no ayudaba, pero el viento hacía que el fuego variase continuamente". El Ejército decidió "envolver" los distintos focos que había al sur de La Caridad -hacia la sierra- dirigiéndolos y concentrándolos en uno solo para una quema controlada. La lluvia caída durante la noche y que amainase el viento fue fundamental para permitir la extinción de algunos fuegos y el control de otros.

La situación se volvió a complicar hacia el mediodía, cuando regresaron el viento y las altas temperaturas y hacía horas que ya no llovía. Las tareas se centraron entonces en controlar y refrescar el foco en el flanco izquierdo, hacia Galicia, y un ataque directo a los focos calientes en el entorno de Boimouro.