Los múltiples incendios (102) que han asolado y quemado media Asturias son algo sin precedentes. La simple suposición de que hayan podido ser intencionados en su mayor parte es de una gravedad suma, porque han puesto en peligro real la vida de personas, sus bienes y herido muy gravemente el paisaje natural de la zona occidental. Una verdadera tragedia ecológica y medioambiental. ¿Cómo es posible que próximas unas fiestas tan entrañables como las de la Natividad del Señor, mentes criminales hayan causado tanto mal a esta bendita región tan singular por tan maravillosa, que presume en su reclamo turístico de ser "Paraíso Natural"? El Gobierno del Principado no se debe conformar con declaraciones de supuesta intencionalidad humana, sino pedir toda la ayuda necesaria no sólo al Gobierno español, también a la Unión Europea. La tragedia incendiaria se agrava porque se ha producido en el día de reflexión para las elecciones del 20-D. ¿Lo habrán aprovechado los presuntos autores para decidir su terrorismo incendiario? ¿Se debe imponer la pena máxima a los autores probados? La respuesta no es la demagogia ni el populismo irresponsable, por incendiarios políticamente. Asturias no puede convertirse ni en un erial ni en un páramo desértico, porque ni nosotros ni nuestros hijos lo merecemos.