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Los ganaderos, un ejército de voluntarios contra el fuego

Daniel Iglesias lleva cisternas sin parar desde el sábado para atajar las llamas en Tapia y El Franco: "El incendio no espera"

Unos vecinos de La Veguina luchan contra el fuego con una cisterna de agua.

"El fuego no espera", sentencia Daniel Iglesias, franquino de San Julián, que lleva desde el sábado arreando cisternas de agua por la zona afectada por el magno incendio declarado en Brañallibrel (Boal) y que ha devorado buena parte del concejo de El Franco. Forma parte del improvisado ejército de ganaderos que luchan estos días, codo con codo con los equipos de extinción, para frenar el avance de las llamas.

Iglesias, que trabaja con maquinaria, pasó la noche del lunes ayudando a que el fuego no devorase las casas del núcleo tapiego de Alfonsares y ayer ayudó muy cerca de allí, en la localidad de La Veguina. "Un incendio así nadie lo vio por aquí", explica y, por eso, está decidido a ayudar a defender el territorio. También en La Veguina estuvo César Fernández de El Valle (Tapia): "Hay que ayudar porque otro día te toca a ti".

Los ganaderos están estos días realizando una heroica labor, que reconocen unos vecinos muy conscientes de que sin ellos el fuego hubiera sido más dañino. No en vano, sostienen, buena parte de los núcleos se salvaron gracias a la actuación de los ganaderos, que regaron con agua y hasta con purín para repeler las llamas. Ayer en la zona tapiega de La Veguina, donde se concentra ahora la parte más problemática del fuego, el tránsito de cubas fue continuo durante toda la jornada.

Los ganaderos cargan agua en el río y se desplazan hasta la zona de monte para sofocar las llamas o bien enfriar el terreno y evitar que el fuego avance. Se juegan el tipo para salvar lo suyo y luchar por el futuro de una tierra que sufre uno de los incendios más devastadores de Asturias.

En Alfonsares, por ejemplo, fue determinante el apoyo de los ganaderos con sus cisternas de agua. Las tres familias que viven de manera continuada en este pequeño pueblo pegado al monte muestran su preocupación por el avance del incendio. Es el caso del matrimonio que forman Angelines Rodríguez y Alfonso Alvite, que llevan tres noches en vilo por el fuego. Aunque la del lunes, coinciden, fue la más dura. "La cosa fue muy complicada", explican. Los bomberos les aconsejaron desbrozar y limpiar los caminos pegados a su casa y también echar agua para proteger la vivienda y en ello se volcaron. "Estamos preocupadísimos", añade Alvite.

El más veterano de Alfonsares es Eugenio Méndez. Tiene 91 años y reside solo en Casa Llombatín, la última del pueblo, prácticamente entre el monte. Aunque asegura que desde niño está acostumbrado a luchar con el fuego, confiesa que en esta ocasión "no las tenía todas conmigo". Aún así, se negó a abandonar su casa. Pudo defenderla, pero no así sus propiedades de monte que resultaron afectadas por las llamas.

Sentada junto al Porcía, Alicia Iglesias observaba ayer el avance del fuego hacia La Veguina. "Un incendio desde Boal al mar. Nunca se vio tal cosa, como esto nunca", apuntó, al tiempo que su hijo, Miguel Fernández, hizo hincapié en el miedo que sienten los vecinos a perder todo el monte, su mayor riqueza: "Es lo que tenemos, nada más que esto".

"Esto es un desastre ecológico y económico. Es demasiado, da mucho miedo", sentencia Begoña del Lledo, mientras ve arder el monte frente a su casa. A su lado, Marina Pérez cuenta la angustia con la que vive La Veguina estos días. Se queja además de la falta de medios, pues el domingo "que se calmó un poco la cosa, debió enfriarse la zona y no se hizo nada y por eso el lunes se reactivó". Pérez achaca también el rápido avance de las llamas al estado de abandono que sufren los montes.

Desde el puesto de mando instalado en La Caridad se insiste en que el fuego está controlado, pese a pequeños focos que se van reavivando a consecuencia de las condiciones meteorológicas. Ayer en La Veguina los propios bomberos hicieron una línea de defensa para evitar que el fuego avanzara hacia la zona poblada. En la zona también trabajaron junto a los bomberos y los voluntarios, los dos hidroaviones del Estado. La prioridad es que las llamas no crucen al otro lado del Porcía: "Dios nos libre que pase la carretera, para el otro lado es todo monte", decía ayer un vecino en Alfonsares.

El incendio se concentra ahora en las inmediaciones de los pueblos de El Llouredal (El Franco), así como los tapiegos de Alfonsares, La Barrosa y La Veguina. Al margen de pequeños focos que se reavivan en otros puntos.

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