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"Si hay culpables los encontraremos"

Los compañeros del piloto fallecido cuando apagaba un incendio en el monte La Cuesta de Parres harán "lo imposible" para saber si alguien provocó las llamas

Enrique Pandiella, vecino de La Roza, junto a una zona calcinada por las llamas. C. C.

"Si hay culpables de estas quemas, haremos todo lo posible por encontrarlos". Así se expresaban ayer los bomberos que trataban de extinguir el incendio de La Cuesta de Parres, único de los registrados en Asturias que aún no está controlado y en el que ayer perdió la vida el piloto José Antonio Rodríguez al chocar su helicóptero. "No llevaba mucho tiempo aquí, ni estaba de continuo pero sentimos la pérdida porque en este tipo de curro en el que pones tu vida en manos de los compañeros la afinidad es tremenda enseguida y ver los cuatro fierros que quedaron después del accidente es impactante", comentaban.

La presencia de niebla y el humo desprendido del incendio, activo desde el sábado, son, según los expertos, las causas más probables del accidente que costó la vida a Rodríguez, un piloto madrileño de 49 años que trabajaba para la UTE que tiene subcontratado el servicio de helicópteros del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA).

En la aeronave, que cayó en una zona de muy difícil acceso y comenzó a arder pasada la una del mediodía, sólo viajaba el fallecido. El helicóptero se precipitó varios cientos de metros por encima de la pista que une La Roza y Aballe, que ayer estuvo cortada al tráfico por la Guardia Civil. Hasta las inmediaciones del lugar del siniestro se desplazó una UVI móvil, la Guardia Civil de Montaña, la Policía Judicial y un helicóptero de Bomberos.

Varias dotaciones de Bomberos se afanaban por extinguir el incendio a escasos metros del accidente. "No es la primera vez que hay un incendio aquí, a finales de octubre del año pasado apagamos uno similar", recordaban. Las inmediaciones de la zona donde se estrelló el helicóptero estaban arrasadas. Su aspecto era desolador. El monte estaba cubierto por un manto negro de ceniza humeante. Y en muchas zonas, cuando ya parecía que el fuego había desaparecido, resurgían las llamas sin previo aviso.

El fuego llegó a la puerta de la cabañas de vecinos de La Roza como Enrique Pandiella. "Es una impotencia lo que sucedió", señaló el parragués. "Si limpiaran y desbrozaran más a menudo esto no pasaba", resaltaron otros residentes.

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