La fecha del próximo congreso del PSOE es uno de los elementos de tensión interna entre los socialistas. El anuncio por parte de Pedro Sánchez, el día siguiente de las elecciones, de que pediría que se retrasase hasta la primavera y que él mismo se presentaría a la reelección ha despertado recelos entre quienes consideran que puede encerrar una estrategia para blindarse internamente.

La previsión era que el congreso federal se celebrase en febrero, tal y como establecen los estatutos, pero Sánchez quiere posponerlo para esperar a que se resuelva la compleja situación para formar gobierno.

Sin embargo, el escenario factible de una nueva convocatoria de elecciones, ante las dificultades para que Rajoy logre los apoyos suficientes para su investidura como Presidente, abre una nueva incógnita: la de si Pedro Sánchez sería el candidato más idóneo o si el PSOE podría efectuar un golpe de timón en su estrategia ante esa nueva cita con las urnas. Para ello, resultaría clave un congreso previo del que saliese una nueva reflexión sobre el proyecto del partido. Y tal vez un nuevo candidato.

"Ha habido fallos en la campaña, que ha sido errática, que no ha sido tajante en establecer la posición del partido sobre la cuestión catalana", indicaba ayer un dirigente del partido. A ello se suma la necesidad "de una reflexión por el problema serio que ha supuesto la sangría de votos en las grandes ciudades".

Pedro Sánchez afrontará el lunes un complicado comité federal en el que está previsto que se pongan sobre la mesa dos asuntos clave: una resolución que delimite de forma diáfana la estrategia del PSOE para negociar con otros partidos y una decisión sobre el próximo congreso.

Mientras, socialistas asturianos más próximos a Pedro Sánchez consideran que existe un nerviosismo innecesario y llaman a la calma: "Quizás hay más ruido del necesario".