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Adiós a Julián de Zulueta, un investigador contra la malaria orgulloso de Somiedo

Madrileño de nacimiento e hijo de un ministro de la República, recorrió el mundo como médico de la OMS, recalando todos los veranos en Asturias

Julián de Zulueta, junto a su mujer, Gilliam, en su casa de Somiedo, en 2006. DIEGO CRESPO

La vida de Julián de Zulueta fue larga (97 años) e intensa hasta convertirse en una prolongada aventura. Madrileño, viajó por el mundo, se empadronó finalmente en la localidad malagueña de Ronda y se reconoció siempre como un asturiano de vocación. Y a Asturias regresó durante décadas, a su Somiedo soñado, concejo donde él y su esposa, Gilliam, fundaron casa en La Rebollada y una pequeña cabaña en la braña de Vildeo. Era miembro de honor de la junta del parque natural de Somiedo, pero los honores los convertía Zulueta en obligación. "Asistía siempre a las juntas, llegaba al aeropuerto, lo íbamos a recoger y después se marchaba. Estaba orgulloso de esta tierra", señalaba ayer el alcalde de Somiedo, Belarmino Fernández.

Julián de Zulueta falleció hace días, en Ronda. Médico especializado en medicina tropical, investigador de la malaria, abrió camino al científico asturiano Pedro Alonso, al que admiraba y quería.

Resumir la vida de Zulueta es tarea inabarcable. Era hijo de Luis de Zulueta, ministro y embajador en Berlín y el Vaticano durante la II República. La guerra llevó a la familia al exilio, y en Colombia Julián se licenció en Medicina. En 1943, en plena Guerra Mundial, el joven médico se embarcó para Inglaterra y eligió Cambridge para estudiar un par de cursos sobre parasitología. Fue una elección que le cambió la vida, porque allí conoció a Gilliam. Se casaron en 1946 y tuvieron tres hijas (una de ellas, Tana, fue diputada italiana con el partido de Renzi). Lo recordaba a LA NUEVA ESPAÑA en agosto de 2006: "Gilliam estudiaba literatura inglesa, nos casamos por el rito anglicano, en la capilla medieval del Trinity Hall. Yo no tenía una perra, así que el College puso el champán".

Trabajó en Colombia, en zona de fiebre amarilla, para la Fundación Rockefeller, y en los años cincuenta la recién creada Organización Mundial de la Salud (OMS) le fichó para enviarle a destinos exóticos. El primero, Borneo, a realizar un estudio de control sobre la malaria. "En aquellos años ya se hablaba de la posible erradicación de la enfermedad. Todavía no lo hemos conseguido", lamentaba en aquella entrevista de 2006.

Tras Borneo, Uganda, y después de dos años en la zona del mundo más castigada por la malaria, el tercer destino fue Beirut, una ciudad rica y floreciente. Siete apasionantes años en los que recorrió todo Oriente Medio en misiones para la OMS.

El escritor y experto en desarrollo rural Jaime Izquierdo recordaba ayer una anécdota: "Un día, Felipe González recibió una carta del presidente de Irán, Jomeini. Le preguntaba por Julián de Zulueta, al quien en Irán se le considera como el médico que erradicó la malaria en el país. Años después se había declarado un rebrote y el Gobierno islámico buscaba a Zulueta como solución. Llegaron a ponerse en contacto con él, pero por entonces Zulueta ya no se dedicaba a eso".

En 2010, Julián de Zulueta recibió el Premio Nacional Extraordinario de Medio Ambiente. En 2011 se publicó su biografía, obra de María García Alonso y titulada "El señor de los mosquitos". El título tiene su historia: era así como le conocían las gentes de las islas de Borneo cuando aquel médico español llegó, en 1953, a luchar contra la malaria.

Julián de Zulueta, el hombre que demostró, a partir de los análisis de una falange, que Carlos V murió de malaria, fue decisivo en la candidatura de Somiedo como Reserva de la Biosfera, en 2000, recuerda su alcalde, Belarmino Fernández. "Ha sido una persona muy importante, que se vinculó a Somiedo de corazón y que contribuyó a propagar la fama del concejo".

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