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JAVIER FERNÁNDEZ-CATUXO | Gerente de la empresa Uromac-Maquinaria del Eo

"La necesidad agudiza el ingenio, la crisis nos ha hecho movernos"

"Tenemos grandes firmas que son un ejemplo, pero Asturias debe creer más en el sufrido y abnegado pequeño empresario"

Javier Fernández-Catuxo, en un hórreo.

Javier Fernández-Catuxo se va a disculpar por no tener más varita mágica que el trabajo, la humildad y las ganas de aprender. Castropolense, geólogo de formación y gerente de pequeña empresa de germen familiar, dirige una compañía reinventada desde el sector de la construcción que ahora fabrica y exporta camiones bimodales, híbridos, aptos para circular tanto por carreteras y pistas como por líneas de ferrocarril, pensados entre otras tareas para atender emergencias ferroviarias. Uromac-Maquinaria del Eo ha sido seleccionada como proveedora de vehículos de rescate para el AVE Medina-La Meca, que algún día recorrerán convoyes hechos en el polígono de Barres.

-¿Por dónde llega una pequeña empresa de maquinaria de construcción al camión bimodal de rescate?

-Hace casi diez años comenzamos a fabricar máquinas con sistemas de rodaje ferroviarios a la vista de que nuestros clientes hacían transformaciones improvisadas y poco seguras de nuestros productos. Decidimos comenzar a hacer esa adaptación nosotros mismos, ese fue el germen de nuestra introducción en el sector ferroviario. Los vehículos bimodales existen ya hace varias décadas y surgen de la necesidad de entrar y salir de una vía de manera rápida para realizar ciertas tareas sin interrumpir el tráfico normal de trenes. Con el tiempo se ha ido sofisticando hasta llegar a las soluciones actuales.

-¿Cómo se llega a La Meca?

-Nos presentamos a un concurso abierto a empresas de todo el mundo para el suministro de vehículos bimodales de rescate en el que se valoraba sobre todo la capacidad de diseñar y fabricar un vehículo adaptado al cien por cien a las necesidades del cliente, teniendo además en cuenta las condiciones de trabajo tan exigentes en este proyecto. Aprovechamos la sinergia de disponer de un socio industrial que aporta un vehículo base de altas prestaciones -el que usa por ejemplo el Ejército Español en Afganistán- y nosotros le incorporamos la ingeniería necesaria para diseñar el tren de rodaje del camión, además del equipamiento.

-¿Exige más Arabia Saudí que otros mercados exteriores?

-Cada proyecto es diferente, pero si algo tiene en común el sector ferroviario en todos los países es su alto nivel de exigencia. Nuestros clientes transportan personas y toda medida de seguridad es poca. En el "Proyecto Haramain", el AVE de La Meca, pasamos un período de revisión de la ingeniería y de la solvencia de la empresa a cargo de un auditor alemán. Después, ya en fase de fabricación, hubo pruebas y ensayos en fábrica para comprobar que el vehículo cumplía los requisitos, pero este procedimiento de estrictos controles de terceros es un método de trabajo habitual en los grandes proyectos internacionales. En 2015 obtuvimos la homologación de la compañía de ferrocarriles francesa, la SNCF, y eso resultó más complicado y costoso.

-¿Por qué sólo exportan?

-Hasta ahora, todas las oportunidades nos salieron en el extranjero, pero no estamos dirigidos exclusivamente hacia el exterior. Aquí también nos estamos moviendo y hemos hecho algunas cosas con máquinas menores.

-¿Con qué armas se enfrenta una pyme a la jungla extracompetitiva del mercado internacional?

-Siento desvelar que no tenemos ni existe una fórmula mágica, que no queda más remedio que trabajar denodadamente, con humildad y muchas ganas de aprender, pero confiando en la seguridad del trabajo bien hecho. No existen atajos para forjar un proyecto con cimientos sólidos. Paciencia, esfuerzo y mucha ilusión son la clave para enfrentarse a un viaje tan largo y difícil. Asumimos el reto de apostar por un sector altamente tecnológico y complejo sabiendo que era el camino más difícil, pero quizás el más seguro a largo plazo.

-¿Cuál es la fórmula de la maleabilidad ante las exigencias del mercado?

-No existe. Creo que la pura necesidad agudiza el ingenio. La crisis ha evidenciado la necesidad de reconversión de muchas empresas y eso nos ha hecho movernos. La flexibilidad de una pequeña empresa es clave para poder maniobrar en un corto espacio de tiempo y adaptarse al entorno cambiante.

-¿En qué medida influye el arrojo, cuánto cuenta una buena idea, cuánto saber y poder desarrollarla...?

-Para desarrollar cualquier idea hace falta estar dispuesto a arriesgarse. Sin correr riesgos no se avanza y menos en el entorno actual. Pero antes hay que seleccionar la idea entre muchas otras. Este es otro gran trabajo que exige dedicación, esfuerzo y saber que te vas a equivocar muchas veces y que has de levantarte de nuevo incluso aunque a tu alrededor parezca que nadie te sigue.

-También han tenido que pasar de fabricar en serie a desarrollar productos a la medida del cliente.

-Es otra de las patas de nuestra reconversión interna y no menos dura que las demás. Cambiar completamente el método de trabajo resulta complicado, pero es necesario adaptarlo al tipo de producto que fabricas. La parte positiva de estos cambios es que, como dice el doctor Alonso Puig, una vez que la mente se abre por una nueva idea ya nunca vuelve a su estado anterior, por suerte.

-¿Percibe en Asturias la carencia de algo de eso, de capacidad emprendedora, de valentía, de espíritu innovador??

-No me atrevo a juzgar a nadie. Creo, simplemente, que en Asturias debemos creer y ensalzar más el trabajo de la pequeñas empresas que nos estamos esforzando por salir adelante en esta situación tan complicada. Tenemos grandes empresas que son un ejemplo a destacar, pero yo reivindico el papel del sufrido y abnegado pequeño empresario.

-¿Se siente un ejemplo?

-Jamás se me ocurriría ponernos como ejemplo o dar lecciones a nadie. Nosotros hemos atravesado una situación muy difícil, como tantas empresas en este país, y sólo tratamos de luchar para dar la vuelta a esa situación. En todo caso, creo que podríamos decir que, tras mucho esfuerzo y sacrificio, hemos escogido bien el camino, pero el largo recorrido está por hacer. El camino se hace al andar y no hay atajos para el éxito de un proyecto como éste.

-Se dedica además al estudio etnográfico del hórreo. ¿Cómo lleva esa combinación de tradición y alta tecnología?

-Con dificultad por la falta de tiempo para atender ambas cosas como me gustaría, pero muy bien por las satisfacciones que me proporciona. Ahora estoy trabajando, a título personal, en un proyecto europeo sobre la arquitectura en piedra en el arco atlántico. Esta doble dedicación me ha aportado muchas cosas positivas. Me ha dado la perspectiva y amplitud de miras que necesito, me ha enriquecido en lo personal y, lo más importante, me ha enseñado que nadie debe sentirse ni inferior ni por encima de los demás para abordar un gran reto en la vida.

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