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Apuntes de mecánica política

El PSOE y la reacción en cadena

El PSOE y la reacción en cadena

La difícil ecuación del futuro Gobierno de España es una locomotora frente a un PSOE sobrepasado por los acontecimientos. Los socialistas perciben que no tienen el control de la situación, y la tensión interna puede terminar en una serie de estallidos sin freno en las federaciones regionales, la asturiana incluida.

Mientras Pedro Sánchez actúa arrastrado por la música que marcan sus contrincantes, la "vieja guardia" se empeña en señalarle cuál es el paso justo. Pablo Iglesias, arrogante, eleva más la temperatura, satisfecho al ver cómo consigue mover los hilos. Mariano Rajoy, para colmo, frena en seco. El resultado: Sánchez queda con la única salida de seguir adelante, a trompicones, hacia un hipotético Gobierno inestable que él mismo proclamó posible -sin saber medir los tiempos y aguardar a que el PP se estrellase- o hacia el despeñadero de unas nuevas elecciones. El PSOE está al borde de la detonación.

El excéntrico físico Leó Szilárd (1898-1964) tuvo la revelación de cómo desatar una reacción nuclear en cadena cuando cruzaba una calle londinense. El proceso es sencillo de comprender: un neutrón rompe un átomo que, a su vez, libera otro neutrón que rompe otro átomo? y así sucesivamente. Cada ruptura libera más neutrones, que ocasionan más rupturas y más energía. Cuando ese proceso está descontrolado, resulta imparable y desata la furia de la bomba atómica. Dos condimentos son necesarios para conseguirlo: un material propicio para sufrir ese fenómeno (el uranio) y una masa crítica suficiente.

Ambas condiciones se dan en el PSOE, que es, desde luego, material propicio para las batallas internas. Los errores tácticos de Pedro Sánchez (los primeros en este capítulo inmediatamente después de las elecciones), las dudas crecientes sobre su liderazgo, la posición férrea de algunos barones frente al independentismo catalán, el pánico a Podemos y, en definitiva, la incertidumbre colocan a los socialistas a un paso de llegar al punto de no retorno. La masa crítica puede alcanzarse tanto si Pedro Sánchez se embarca en un Gobierno con Pablo Iglesias, hambriento por devorarle el plato electoral, como si termina por reconocer la imposibilidad de un acuerdo y el país vuelve a la casilla de salida de las urnas. ¿Quién será el culpable, a ojos de los votantes, frente a un Pablo Iglesias en apariencia esmerado (con sonrisa que oculta el colmillo del lobo) en ofrecer condiciones para el pacto a un PSOE en el que no se sabe quién manda?

Si la reacción en cadena se activase, la detonación se propagaría por la materia socialista y la sacudida llegaría al PSOE asturiano, que desde hace años gravita en torno a Javier Fernández, sin estridencias internas. Pero en las últimas semanas han quedado en evidencia diferencias notables. Fernández fue el ariete del discurso de los barones contra el referéndum en Cataluña planteado por Pablo Iglesias y puso voz en el último comité federal para exigir un congreso del partido sin retrasos. Aquel debate resultó caduco a los pocos días y quizás el presidente asturiano se precipitó en el énfasis. Alineado con la presidenta andaluza, Susana Díaz; el extremeño, Guillermo Fernández Vara, y el castellano-manchego, Emiliano García Page, el entorno del líder asturiano percibe en Pedro Sánchez un sospechoso aroma a huida hacia adelante, buscando un Gobierno a toda costa, sin evaluar las consecuencias.

Pero Pedro Sánchez cuenta con sus fieles en Asturias: la más visible, la diputada nacional Adriana Lastra. También algunas agrupaciones locales, como la de Laviana (Adrián Barbón), Corvera (Iván Fernández) y algunos sectores del PSOE de Oviedo. Hay "pedristas" en el Ejecutivo y entre exconsejeros como el que fuera de Sanidad Tino Blanco. Incluso María Luisa Carcedo, miembro de la ejecutiva federal del PSOE, cuida bien el equilibrio.

¿Puede haber "masa crítica" en el PSOE asturiano? "Los ´pedristas´ están organizados, algunos de sus argumentos se ven conectados, no se trata de opiniones aisladas", aseguran dirigentes locales del PSOE, que ven tras ellos la mano de César Luena, secretario de organización de Pedro Sánchez, "encargado de alimentar en cada federación a sus afines".

Las reacciones en cadena son imparables. Un congreso federal con los cuchillos en la mano podría dar lugar a otros en las comunidades autónomas sin paz ni tregua. Los afines a Pedro Sánchez en Asturias quitan hierro: "Javier Fernández siempre va a estar respaldado en Asturias. Apoyarlo en la FSA es una cosa, otra cuestión es la postura ante unas primarias federales o asuntos nacionales", admiten los próximos a Pedro Sánchez, que piden calma y tiempo: "Es un proceso largo".

Los teléfonos de los barones socialistas echan humo mientras tratan de aunar una postura de cara al comité federal del próximo 30 de enero. El objetivo es, nuevamente, definirle una estrategia negociadora clara a Pedro Sánchez, pero la tutela le sienta mal, a él y a los suyos. ¿No fue elegido para llevar el timón del PSOE? ¿No merece una mínima confianza?

Cuentan que Leó Szilárd tenía una prodigiosa capacidad para predecir acontecimientos políticos. Vivía en Alemania cuando Hitler llegó al poder. Desde ese día, en el zaguán de su casa tenía dos maletas siempre hechas por si había que salir huyendo. Al final lo hizo y prefirió para siempre vivir en hoteles.

Pedro Sánchez no acepta que le preparen el equipaje, y si fracasa en su empeño por ser presidente, querrá ser candidato. "¿Es que no quieren un presidente socialista?", dicen los suyos sobre quienes le cuestionan en casa. Los neutrones pasan silbando en la sede del PSOE, en la madrileña calle Ferraz. Quizás Szilárd, poco amigo de la sangre, ya habría cogido las maletas.

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